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El Laboratorio Para la Ciudad, en México representa una nueva forma de comprender y organizar las ciudades, entendiendo a la urbe como un ser viviente

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Entre los incontables retos que como sociedad contemporánea enfrentamos, descifrar las rutas hacia una mejor calidad de vida en las ciudades es, sin duda, uno de los más importantes. Y en la medida que lo logremos, los beneficios se derramarán en áreas diversas, desde la economía y la seguridad pública hasta el desarrollo del arte y los hábitos alimenticios.

Por ejemplo, ¿sabías que en una ciudad el tiempo promedio de traslados es proporcional a la productividad de sus habitantes? ¿Te imaginas las consecuencias económicas, psicológicas y hasta estéticas que provocaría una mejora sustancial del transporte público en tu ciudad? 

Creatividad y urbanismo

Tradicionalmente los desafíos en materia de regeneración urbana se abordaban desde sectores como el económico (bienes raíces y comercios), el de control (mayor vigilancia) y el urbanístico (enmendando vicios originales en cuanto a planeación), entre otros. Por fortuna, en las últimas décadas se incorporaron gradualmente el arte y la cultura como agentes regeneradores, lo que a su vez daría pie a un reciente actor: la creatividad como vehículo para responder a las nuevas exigencias que nos impone la vida citadina.

Hoy, el capital creativo de una ciudad ha probado ser uno de los recursos más preciados para la mejora urbana. Este se refiere no sólo a habitantes proactivos, con buenas ideas y disposición a participar, sino también a autoridades e instituciones que faciliten la canalización de esa energía, favoreciendo su eventual incidencia y materialización.

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Un laboratorio para la ciudad

A mediados de 2013 se inauguró una plataforma inédita en la historia de México. Se trata de un laboratorio creativo, experimental, que forma parte de una “Agencia de Gestión Urbana”, creada por el gobierno de la ciudad de México. El laboratorio está dirigido por Gabriella Gómez-Mont –por cierto, una de las más inquietas promotoras culturales de la última década en este país.

El Laboratorio para la Ciudad cumple con todos los requisitos para convertirse en una herramienta útil. Se trata de un espacio experimental, multidisciplinario, flexible y que no tiene miedo de equivocarse mientras sus errores estén en sintonía con su objetivo: encubar soluciones ante algunos de los mayores retos de la ciudad, por medio de proyectos piloto y experimentos que deriven en rutas accesibles de evolución.

La iniciativa tiene dos ejes, la innovación cívica y la creatividad ciudadana, los cuales son traducidos en talleres, conferencias, mesas de discusión, residencias, maratones de colaboración creativa, intervenciones y alianzas interinstitucionales. Su equipo está integrado por 15 personas, entre ellos artistas, diseñadores, sociólogos, psicólogos, urbanistas, historiadores, escritores, arquitectos y especialistas en políticas públicas.

La gestión urbana como bioarte

¿Por qué no reimaginar la ciudad como un organismo vivo y caótico, pero dispuesto a ser literalmente intervenido? Al respecto, Gómez-Mont nos comparte su primer acercamiento a este lienzo virginal, complejo pero particularmente fértil:

Comenzar en un espacio virgen, es decir el laboratorio, tiene una serie de ventajas, pues te toca definir el camino, sin manual, te toca imaginar y perder el control […] mientras que en un plano cultural el espacio de la ciudad resulta mucho más fascinante que el de la galería. De pronto te das cuenta que el espacio a intervenir son procesos sociales, vida urbana, una ciudad, y entonces se transforman los procesos creativos y culturales, pues ahora se trata de generar modelos y diseñar sistemas que adquieren vida propia.

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Ciudadanía + gobierno

A pesar de la tradicional distancia entre estos dos sectores, para lograr cambios importantes ambos tendrán que hacer sinergia. Por eso entre los principales objetivos de este laboratorio se incluye el reinventar la interacción entre gobierno y ciudadanía, y generar espacios de conversación –lo cual requiere empatar los pequeños pulsos de madurez que existen en ambas partes.

En este sentido, el Laboratorio se perfila como un antecedente fundamental de este nuevo espíritu colaborativo, pues a fin de cuentas involucra activamente a ambos actores y promueve un gesto de mutua confianza:

Todos los que estamos en gobierno antes de ser funcionarios también somos ciudadanos, y en lo personal, que jamás había estado de este lado, he tenido la grata sorpresa de encontrar gente muy valiosa y apasionada. Uno de nuestros retos es precisamente detectar y articular una coincidencia entre la energía social y el deseo político, y a pesar de que es un espacio de turbulencia también tiene inmensas posibilidades. En este sentido también nos dedicamos a conectar lo mejor que encontramos en el gobierno con lo mejor que encontramos en la sociedad.

Un aspecto fundamental de esta nueva conversación entre ciudadanos y gobierno es que exige una apertura de lo que ocurre en la administración pública –que corresponde a una creciente tendencia mundial llamada “gobierno abierto”.

No se trata nada más de transparencia y rendición de cuentas; también implica la colaboración, participación e innovación. Entonces, a partir de abrir los datos abiertos al público, se incentiva la participación de ciudadanos emprendedores que al conocer esta data podrían proponer soluciones que, por diferentes circunstancias, es difícil que se imaginen desde el gobierno.       

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Resultados

Apostando a crear cultura en la relación de una sociedad civil con su gobierno y generando instrumentos que repercutan en las políticas públicas, el Laboratorio ha recogido ya sus primeros frutos, entre ellos:

Código para la Ciudad de México: programadores jóvenes trabajando con secretarías en hallar soluciones digitales para la ciudad.

Laboratorio de Datos: tras reunir los datasets de 13 secretarías, la información será intervenida por especialistas en datos para detectar patrones que puedan traducirse en recomendaciones prácticas.

“HackDF” (el primer festival de datos abiertos): contó con la participación de 500 programadores, y a partir de este ejercicio salieron 10 proyectos con potenciales aplicaciones prácticas.

Ley de Gobierno Abierto: se está trabajando en este proyecto, apostando a crear un nuevo paradigma en América Latina en cuanto a transparencia y rendición de cuentas.

Repensar la ciudad

Hoy parece inevitable encarar los nuevos retos urbanos de otra manera, recurriendo a habilidades e instrumentos por lo menos tan novedosos como las mismas exigencias que los motivan. Por eso es fundamental repensar los roles y dinámicas tradicionales: la madurez ciudadana, medida en relación a su responsabilidad y participación, debería de ser la fuerza rectora, mientras que el gobierno idealmente tendría que fungir como un catalizador de esa voluntad. Así ambos podrán auto-percibirse como miembros de un mismo ser y no como fuerzas opuestas.

Hoy existen buenas razones para afirmar que la ciudad es un ser vivo, incluso más allá de la metáfora, y sería por lo menos apropiado entenderla como tal. Por eso, plataformas como el Laboratorio para la Ciudad se perfilan como agentes evolutivos fundamentales, porque entienden que el urbanismo no es una ciencia que trata con materia muerta, sino con un tejido que desborda vida, que es colectivamente inteligente y que representa un factor decisivo en el futuro de nuestra especie.  

Twitter del autor: @ParadoxeParadis