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Oscar Otero Aguilar, de 21 años, murió mientras se tomaba un selfie que terminaría siendo un retrato de su muerte

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La memética moda del autorretrato fotográfico o selfie, propulsada en buena medida por el hecho de que millones de personas estamos ya armadas con cámaras de bolsillo (gracias a los teléfonos móviles), cobró una vida. Ese momento de atención que requiere el tomarnos una foto extendiendo el brazo hacia el frente conlleva el descuido del resto de nuestras actividades, algo que puede ser, por lo visto, fatal.

Oscar Otero Aguilar, de 21 años, se encontraba en su hogar en la ciudad de México con un par de amigos. Aparentemente, tomaban unas cervezas y Otero jugaba con una pistola que alguien le había prestado. De pronto sintió ese llamado a congelar su instante mediante un selfie, sostuvo el teléfono en su mano sin dejar a un lado la pistola, y a la hora de disparar la fotografía terminó disparando también el arma. 

Lamentablemente, el joven murió luego de que la bala impactara su cabeza. Lo que no se sabe es si disparó ambos instrumentos, la pistola y la cámara, o sólo accionó la primera.