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Ser empleado público en México equivale a tener privilegios que rayan en lo ridículo

segobLa opulencia de los políticos ha sido un tema recurrente en México y en muchos países. El circuito de funcionarios públicos está acostumbrado a no rendir cuentas y hacerse de vidas que de otra forma no habría tenido; en síntesis, a llenar sus complejos aspiracionales desde su ventajosa posición.

Recién se reportó como algunos empleados de la Secretaría de Gobernación (Segob) aseguran que esta instancia gastó hasta 300 mil pesos en los tres partidos que  jugó la selección mexicana. El gasto se hizo entre la renta de pantallas, la instalación de toldos y  la compra de algunas botanas.

Este capítulo es sólo uno más de los excesos que se suceden en la administración pública mexicana. La rendición de cuentas no sólo es poca sino que el órgano encargado de vigilar el gasto público, la Secretaría de la Función Pública, prescinde de funciones para imponer sanciones penales a los corruptos.

Según algunas declaraciones hechas al periódico Reforma, se destinaron 60 mil pesos para rentar la pantalla gigante y seis televisores de tamaño casero instalados en la explanada de la sede, y –por la  temporada de lluvias– unos 45 o 50 mil pesos. Además, la comida de los dos últimos partidos fue cargada al erario público. En la Cámara de Diputados también se ofrecieron carnitas y refrescos.