Erik Kessels es uno de los coleccionistas más estimulantes que hay. En la última década ha estado rastreando fotografías análogas que cuenten historias ordinarias y simpáticas desde un lente ingenuamente bizarro. De acuerdo con The Guardian Kessel es, entre otras cosas, “el campeón más travieso de la fotografía vernácula encontrada”.
Por ejemplo, su revista Useful Photoraphy deja de lado el arte y el documental para hacerle espacio a imágenes que son puramente funcionales. La quinta publicación, por ejemplo, muestra “el método estándar usado alrededor del mundo para fotografiar vacas y toros”. Pero uno de los favoritos es el Volumen 9: Cómo no fotografiar a tu perro negro.
Esta es la peculiar historia de los intentos de una familia para fotografiar a su perro negro. Desafortunadamente (o afortunadamente para nosotros) las limitaciones de su cámara significan que su canino se ve, una y otra vez, como una vaga mancha negra.
La mancha es vista posando en toda suerte de situaciones cotidianas, usualmente con sus dueños en una circunstancia cálida y hogareña.
Y mientras las fotos hacen evidente todo el cariño que le tienen al perro, simplemente no logran capturarlo con suficiente luz.
Durante años y años, de manera bastante cómica, la familia retrata a la mancha negra en intentos fallidos hasta que finalmente, en una toma exageradamente sobreexpuesta, podemos ver el rostro del perro negro.