Los mexicanos ostentan una fama de desfachatados. Generalmente están dispuestos a romper las reglas, y esto genera simpatía cuando se trata de asuntos de poca trascendencia como robar cerveza en el Mundial.
Un video de Brasil 2014 capta a un grupo de mexicanos que, en un trance de evidente desesperación, extraen todas las cervezas que pueden cargar consigo de un refrigerador desatendido. Algunos medios retomaron la noticia como un incidente simpático que alude a un acto crítico por los altos e injustos precios de la cerveza.
En este Mundial 2014, la FIFA concesionó exclusivamente la venta de cerveza a dos marcas, Budweiser y Brahma, que venden el insumo en precios de $5.81 y $4.47, considerados por muchos como excesivos. Los protagonistas del video se acercan a una hielera desatendida y, con aires de ansiedad, recogen las latas rápidamente.
Para muchos la anterior anécdota resulta simpática pues se trata de un hurto menor, pero, ¿no es este el reflejo de una cultura que se replica en todos los niveles?; ¿se trató de una rebeldía crítica, o más bien es una manifestación de la desesperada búsqueda por sacar provecho? La respuesta no la tenemos, pero este video raya entre una dualidad de sentimientos que generalmente detona la cultura mexicana, entre la simpatía --en el mejor de los casos-- y el rechazo ante una persecución desesperada y oportunista del beneficio propio.