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Los peculiares ademanes de Miguel "El Piojo" Herrera, entrenador de la selección de futbol de México, han causado sensación en el mundo globalizado de internet, en donde protagoniza algunas graciosas escenas

Internet ―ese ente proteico, anónimo, imprevisible― ha encontrado un nuevo solaz: los festejos de Miguel “El Piojo” Herrera, el entrenador de la selección de fútbol de México que el lunes pasado venció 3 goles contra 1 al equipo nacional de Croacia, cerrando así la primera ronda de partidos del Mundial con dos victorias (la otra ante la selección de Camerún) y un empate ante el anfitrión, Brasil.

Dicho partido, sin embargo, era especialmente importante porque, si bien los números favorecían al equipo mexicano, un triunfo aseguraba su pase a octavos de final y, además, abría la posibilidad (remota, pero factible) de clasificar como primer lugar de grupo.

Al final eso no sucedió, pero la victoria fue contundente, bien obtenida, con al menos dos de los tres goles marcados en jugadas de calidad e, incluso, de asombro. Para una Selección que se jugó su pase en el “repechaje” en una zona de la FIFA cuyos rivales distan mucho (muchísimo) del nivel promedio de Sudamérica o Europa, este partido fue una especie de reivindicación del “Sí se puede” tan emblemático en la jerga del México de finales del siglo XX: la pretendida evidencia de que, a pesar de todo, en el momento final es posible “sacar la casta” y conseguir lo deseado, como si todo se redujera a un asunto de voluntad, de “huevos” (mexicano para “testículos”, metáfora de la virilidad y, por extensión patriarcal, coraje).

Quizá por eso, como una parte considerable de México (decir “una buena parte” me parece excesivo, pero sólo por recelo personal), los festejos de Miguel Herrera durante el partido fueron particularmente efusivos, proporcionales y quizá también en un punto exponenciales al grado de confianza que se le otorgaba a la Selección. De pronto parecía poco fácil que un equipo que antes pasó por cinco entrenadores en menos de un mes pudiera armar una anotación como la que culminó Andrés Guardado.

Y, con todo, fue posible. Contra todo pronóstico, sí se puede. Y Miguel Herrera, como cierta parte de México, no podía más que alegrarse de que así fuera.

Solo que esta época está suficientemente globalizada (con las muchas cosas que ello implica) para convertir casi cualquier gesto, casi cualquier acción, en un meme que se itera y se transforma, que a veces aparece con una leyenda puesta en Helvética y otras bajo la forma de un breve GIF que no cesa de repetirse una y otra vez, hasta el fin de los tiempos.

¿Por qué? ¿Porque Herrera es feo, pero la manera en que expresa sus emociones es potencialmente graciosa? ¿Porque internet tiene una debilidad especial hacia todo aquello que condensa en un ademán un fragmento de realidad infinitamente más complejo ―la idiosincrasia de un país, sus trabas culturales, el estatus de su ánimo colectivo, los vericuetos de su identidad y su historia, etcetera?

Quién sabe; quizá el asunto es más simple y, al mismo más tiempo, más complicado de lo que sospecho. Lo curioso, también, es que al final no importa, porque en nuestro tiempo estas divagaciones nocturnas serán arrolladas por los JPG y los GIF que compartimos a continuación.

 

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Twitter del autor: @saturnesco