Algo no funciona. Hay una contradicción evidente entre el mensaje y la persona a quien se le atribuye. ¿Cómo puede uno de los músicos más emblemáticos del rock ensalzar así a un producto de la industria pop? ¿Cómo puede un líder espiritual medir la vida desde el supuesto éxito material? Con todo, eso es posible: “Tortura a un hombre y te dirá lo que sea”.
Con ese lema y el poder de la imagen que sacude y perturba, la organización Amnistía Internacional acaba de presentar esta campaña para recordarnos que la tortura es una práctica común en nuestra época, un método que utilizan muchos gobiernos del mundo ―de Estados Unidos a China― para obtener información.
¿Pero qué tipo de testimonios se consiguen con la violencia? Los mismos que la Inquisición católica obtenía en la Edad Media: confesiones dictadas por la desesperación y el sufrimiento; aquello que el torturador quería escuchar y que, al final, significaba la terminación del dolor infligido.
Entonces, ¿por qué la tortura existe todavía?