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Conscientes de su impopularidad pero cosechando adeptos entre los más jóvenes, el caricaturesco KKK sigue siendo una amenaza (sobre todo para sus propios miembros)

El Ku-Klux-Klan está vivo y políticamente más activo que nunca en sus 150 años de historia. Pero aunque una narrativa triunfalista rodee desde dentro a los miembros de la organización, según analistas lo cierto es que los supremacistas blancos sólo son un peligro para sí mismos.

Y es que como parte de una estrategia para diversificar sus tácticas de reclutamiento, el Klan buscará entrenarse militarmente con soldados que vuelvan de Irak y Afganistán. El discurso de odio ha mostrado también su lado caritativo, instando a las mujeres a abrir guarderías infantiles para que ningún pequeño recluta crezca escuchando esa basura de la igualdad de razas y la libertad de creencias.

Aunque no parece verosímil que veamos próximamente un ejército de blancos entrenados por marines caminando por las calles en franca guerra racial, lo cierto es que los incidentes aislados han sido parte del ciclo de autocelebración vanidosa en el que sus miembros se inspiran para cometer asesinatos aislados o serializados, por lo que el Klan se recluye nuevamente para esperar que las aguas se calmen.

Sus propios líderes afirman que sus números son demasiado escasos como para constituir incluso una minoría políticamente relevante; pero, como a toda sociedad utópica, eso no los detiene. En retiros como el que se muestra en el video, el Klan refuerza su ideología en una lectura miope y sesgada típica del fanático del libro de cabecera de todo Gran Dragón: la Biblia.

Sin embargo, la estupidez se reproduce, prolifera e incluso encuentra voceros involuntarios.