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Si la vida emocional fuera un sistema operativo, así terminaríamos con una relación (IMÁGENES)

Por: Jimena O. - 05/09/2014

Si algún día pudiéramos manejar nuestro cerebro como manejamos nuestras computadoras, sin duda la posibilidad de editar nuestros recuerdos dolorosos se encontraría entre las primeras cosas que haríamos.

Películas como Eterno resplandor de una mente sin recuerdos nos han presentado la fantasía de la hibridación entre memoria y tecnología, en específico la posibilidad de equiparar la manera en que recordamos con la forma en que una computadora almacena sus datos. Ahora bien, como en la película de Michel Gondry, esto se revela particularmente útil cuando lidiamos con el sufrimiento, el pesar que nos provoca la memoria de lo que vivimos y que por alguna razón no podemos soltar. Si pudiéramos tratar nuestro cerebro como un sistema operativo, sin duda entre los primeros propósitos se encontraría la capacidad de editar nuestros recuerdos dolorosos.

Victoria Siemer ha elaborado una serie gráfica en torno a esta idea en la que combina dos estéticas: por un lado, fotografías que desde una óptica intimista evocan dolor emocional y, por otro lado, mensajes como los que vemos a diario en nuestras computadoras, avisos de error o peticiones de confirmación para iniciar una acción.

De este modo, el corazón (ese lugar metafórico en nuestro cuerpo donde, desde siempre, hemos concentrado los sentimientos) recibe el trato de un dispositivo que puede vaciarse a voluntad, pero también que interrumpe sus funciones súbita e inexplicablemente; el estado emocional es un proceso que requiere tiempo para cargar, que puede postergarse y también actualizarse.

Según Siemer, la idea para esta serie sobrevino cuando trabajaba con Photoshop y de pronto el programa dejó de funcionar y el sistema operativo de su computadora emitió un mensaje “mostrando lo obvio”. Entonces Siemer lo tomó, lo editó digitalmente y cambió las palabras para hacerles decir que Photoshop había roto su corazón. A partir de entonces, comenzó a darse cuenta de cuántos de esos mensajes pueden aplicarse a la vida diaria, en situaciones aparentemente distintas y aun así significar, así sea solo como anhelo de algo que quisiéramos posible.