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Cosmo Sheldrake: el gentil proyecto musical del hijo de uno de los grandes científicos de nuestra era

Arte

Por: Alejandro Martinez Gallardo - 05/14/2014

La resonancia mórfica de Cosmo Sheldrake, sonidos de cepa índigo, de uno de los hijos del científico maverick que tal vez haya demostrado que todos estamos conectados por un internet incorpóreo.

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Genralmente vemos a los hijos de famosos músicos intentando seguir sus pasos, con un peso encima o con una catapulta. Muchos de esto ejemplos no son aforunados. Pero también es cierto que a veces la sangre está tocada por el genio.

El caso de  Cosmo Sheldrake es distinto en tanto a que su padre seguramente no es muy famoso dentro de la industria del arte y el entretenimiento. Incluso tampoco demasiado famoso entre la ciencia mainstream --donde es considerado un hereje por muchos, y su obra digna de ser quemada.  Pero para cierto sector marginal y nos atrevemos a decir con una mente un poco más abierta, Rupert Sheldrakes es uno de los científicos más importantes de nuestra época y quizás su obra algún día pase a la historia, como uno de esos grandes genios incomprendidos, y se coloque a la par de Darwin o Newton, entre otros.

Hay veces que los padres abren puertas a sus hijos. Esto es, en mi caso, lo que sucede con Cosmo Shelrdake y también con su heramano Merlin Sheldrake, parte del proyecto de Gentle Mystics. Cosmo, nombre de un científico loco, tiene 24 años y toca más de 30 instrumentos --todos los clásicos más algunos más raros como el didgeridoo o  el sousafono--, ha compuesto música para películas y obras de teatro y parece tener un especial talento para la mimesis vocal, reproduciendo una gran cantidad de sonidos animales con la voz, incluso dando un  performance para TEDx sobre comunicación interespecies.

Su música es una delicada exploración lúdica, que podemos ubicar en el folk pero de ahí desprendiéndose hacia la música orquestal o el ambient y el IDM (con claros sonoros que recuerdan a Four Tet y a Bonobo) y con momentos más deep en bajos y vocales de honda textura. A veces sólo lullabies, dulces canciones, hipnóticas y arrulladoras, con sus vocales o con las de mujeres que quisieras fueran tu mamá, canciones de inocencia y experiencia, como las de Blake, de quien incluso toma la letra de The Fly: "If thought is life/And strength and breath/And the want/Of thought is death;/Then am I/A happy fly,/If I live,/Or if I die.

Su rework de La Consagración de la Primavera junto con Merlin, hace de la clásica obra de Stranvinsky una flotación de ambient onírico, casi sub-rosa, en el que el rito de fertilidad languidece entre tenues vientos pánicos. Su padre tiene la teoría de los campos mórficos; Cosmos y Merlin nos muestran los campos órficos, oráculos en la niebla de los misterios. Una reinterpretación por momentos demasiado lúdica, metiendo máquinas sobre la disonancia original, la sustancia de la revuelta.

 

Aprovechamos para recordar el trabajo de Rupert Sheldrake, autor de la teoría de los campos mórficos o de la resonancia mórfica, que a grandes rasgos sugiere que existe un campo de información resonante compartido por todos los miembros de una especie y con variaciones de intensidad entre todos los animales y plantas y seres que habitan un planeta. Esta información, es una especie de memoria intrínseca en la naturaleza --cámara de ecos infinitos--, que no necesita de un cuerpo físico para almacenarse (sí para sintonizarse). Explica cosas como el inconsciente colectivo o aspectos como la telepatía (Sheldrake ha estudiado en los últimos años la telepatía entre humanos y entre humanos y animales: mascotas que sabe que su dueño va regresar a casa). Sheldrake sostiene una visión de la naturaleza como una inteligencia viviente que se transmite a través de la habituación y que constantemente se transforma, poniendo en entredicho la noción de leyes eternas universales. Su obra transparente la pregunta crucial: ¿es la conciencia la realidad fundamental del universo?

Twitter del autor: @alepholo