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Más de 6 mil magnéticas grabaciones de unas 350 especies de aves están disponibles en la biblioteca de sonidos naturales de la UNAM.

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Desde el 2000, un grupo de investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se ha dedicado a crear un acervo disponible al público de más 6 mil grabaciones de cantos, emitidos por al menos 350 especies de aves mexicanas, además de algunos insectos, anfibios y mamíferos. 

La colección está clasificada por notas, sílabas, frases y cantos –un canto dura entre cinco y diez minutos. Para obtener las grabaciones los científicos llegan a los sitios a las cinco de la mañana (que es cuando comienzan a cantar las aves) y se quedan ahí hasta sexis horas. Posteriormente, regresan alrededor de las cinco de la tarde y permanecen hasta entrada la noche. 

La época idónea para grabar los sonidos es la primavera, porque es cuando los machos atraen a las hembras con sus piezas. La mejor manera de grabarlos es a unos 25 metros del ave. Como curiosidad, las especies en la ciudad suelen desarrollar mayores decibeles de sonido, ya que el ruido citadino les exige emitir una mayor intensidad sonora para comunicarse.

Las mismas especies emiten distintos tonos según la zona donde viven: los cantos son una especie de acento regional, tal y como sucede con los humanos; también, un dato curioso es que algunas aves, como el Cenzontle, pueden imitar otras especies, y que cierto tipo de pájaros prodigan un repertorio vasto de cantos, mientras otros emiten solo un par.

El acervo ha sido aumentado por el trabajo de campo de gente de la Facultad de Ciencias de la UNAM, pero también por donadores que, cumpliendo con los requisitos del acervo, han sumado sus aportaciones a la colección. La serie se trata de un surtido y fascinante recorrido por el cosmos de las aves y su magnificencia: ningún pájaro trina como otro. Entre los bastos archivos sonoros se encuentran mensajes e indicios de evolución en este reino encantador, así como, quizá, mensajes todavía no descifrados.