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Chandre Oraon, un hombre con una cola de 35 cm, es considerado el avatar del dios mono Hanuman.

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Chandre Oraon, un campesino de 35 años que vive de recoger té en Alipurduar, India, ha coleccionado un séquito en el último tiempo que cree que es un dios viviente, debido a la cola de casi 35 cm que le crece de la espalda. Sus seguidores consideran que su cola es un signo del dios mono Hanuman, el cual Oraon habría encarnado. A esto se le suma el hecho de en su trabajo diario, este hombre debe de subir árboles para recoger el té, "de la misma forma que un mono": doble resonancia que impacta en la fe.

Según informa el Huffington Post actualmente Oraon ya recibe visitas diarias y ofrendas en su casa de fieles seguidores que peregrinan en la India para experimentar su presencia, pedirle su milagrosa intercesión y tal vez tener un atisbo de su fulminante rabo. Al menos una persona  ha testificado sobre sus poderes milagrosos: el hombre de la cola sanó a un bebé enfermo,dijo Monika Lakda. Esta atracción, sin embargo, no es compartida por su esposa, la cual está lejos de considerarlo un dios y no tiene particular aprecio por este extraño apéndice.

La condición médica de Oraon se produce por una espina bífida, lo cual ocurre cuando la columna vertebral termina de manera abrupta. Algunas personas con esta condición desarrollan protuberancias o bultos de pelo —en el caso de Oraon una combinación de las dos es lo que da la apariencia de una cola de mono. 

Los doctores a veces recomiendan una cirugía para reintegrar estas partes al cuerpo, pero en el caso de Oraon, él se ha negado, puesto que como Sansón, considera que en ella reside parte de su fuerza. Cuando era joven alguna vez intentaron cortarle la cola, lo cual hizo que enfermara y casi muriera, por lo que decidió siempre mantenerla, según relata.

Existe otra persona en India que también es adorado como Hanuman, un chico de 12 años llamado Arshid Ali Khan, quien también tiene una cola.

La adoración de protuberancias no es del todo inusual. Entre las religiones paganas se consideraba que los cuernos eran un signo de la divinidad, por lo que personas con protuberancias en el cuerpo han sido adoradas a lo largo de la historia.