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La interminable violencia en Michoacán ¿será por que la sociedad civil apoya a los criminales?

Por: Luis Alberto Hara - 01/08/2014

Algunos analistas comparan el caso de Michoacán con el de la Guerra de Vietnam, donde EU perdía el combate porque no contaban con el apoyo estratégico de la población.

personas-caminando-callejpgEl problema de violencia en Michoacán parece interminable; su población presenta altos índices de marginación con 54.7% en pobreza y, en los últimos años, la expansión de los grupos del narcotráfico, sobre todo el de La Familia y los Caballeros Templarios, ha causado catastróficos estragos –por ejemplo la extorsión sistemática contra los habitantes, entre otras cosas.

El gobierno mexicano ha inyectado recursos millonarios para recuperar la seguridad en Michoacán, pero aún están libres criminales ampliamente conocidos. Lo cierto es que la lucha parece interminable y la proliferación de los enfrentamientos entre narcos, civiles y gobierno, complican aún más el panorama.

En este contexto, analistas políticos como Denisse Dresser, Lorenzo Meyer y Sergio Aguayo hicieron un análisis, para MVS, sobre este tema que a tantos nos intriga. ¿Por qué el tema de violencia en Michoacán es tan complicado? Dresser recuerda el artículo de William Finnegan para The New Yorker, quien estuvo en Michoacán durante un año, semiclandestinamente, para investigar el problema a fondo. Este periodista encontró que la sociedad misma apoya a los grupos criminales, en una especie de consenso o anuencia social.

Si bien esta complacencia social es producto del miedo a los criminales y la desconfianza a las autoridades, es un hecho también que hay casos en que las personas esperan recibir beneficios concretos de estos grupos –cabe recordar las manifestaciones  sociales en las calles cuando supuestamente murió el líder de La Familia, Nazario Moreno. En este sentido estaríamos, una vez más, ante un caso en el que un grupo de crimen organizado suplanta algunas de las funciones básicas que el gobierno tendría que proveer, algo que ha sucedido históricamente con diversos grupos de narcotraficantes, que aprovechan la incapacidad gubernamental de satisfacer necesidades de la población, y cumplen con ese rol patriarcal, por ejemplo la remodelación de escuelas e iglesias. 

Lo cierto es que cuando la sociedad se encuentra temerosa y amenazada, es posible que actúe a favor de sus enemigos como un medio de supervivencia básica o, simplemente, porque en la cultura está arraigado el gran poder que estos grupos han adquirido en los últimos años. Lo que resulta abiertamente descalificable, como lo argumenta Dresser, es que a un año de la entrada del presidente Peña Nieto la estrategia de combate al crimen organizado no presenta ninguna evolución tangible.