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La comunicación es nuestro fundamento y el territorio donde se libra la batalla por el futuro: ¿cuál es la historia que te cuentas sobre este porvenir?

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En un texto publicado hace unos días exploramos la capacidad de la comunicación para construir y transformar la realidad, su doble condición de fundamento y agente de cambio: por un lado nos constituye subjetiva y colectivamente y, por otra, es el territorio de combate en donde comienza la posibilidad de modificar las condiciones y circunstancias de este mundo.

Quizá por eso la comunicación es también una suerte de mapa anticipado, donde podemos encontrar las rutas de nuestro futuro. En un ejercicio imaginativo, retrospectivo, podemos pensar por ejemplo que en la imprenta de Gutenberg se encontraban ya todos los libros del mundo, las discusiones y los elogios en torno a éstos, las refutaciones, aquellos que inauguraron nuevos paradigmas y formas de comprender la realidad y esos otros que quedaron sepultados en el olvido, que funcionaron sólo para ese momento de la historia. Sin saberlo, Gutenberg revolucionó la historia y con su invento suscitó formas de relacionarnos que hasta ese momento eran inimaginables e inesperadas.

En nuestro tiempo, la comunicación ocupa un lugar que quizá no había tenido antes en la historia. Su importancia viene acompañada de una presencia constante en prácticamente todos los ámbitos y momentos de nuestra vida cotidiana. Salvo por algunas excepciones, parece que ahora estar incomunicado es cada vez menos probable. Un solo dispositivo como el Nokia Lumia 925 concentra múltiples recursos y espacios virtuales en donde podemos expresarnos, mostrar lo que somos, establecer contacto con el mundo.

Si ésta es la principal característica de la comunicación contemporánea, puede tomarse también como un punto de partida para imaginar el futuro que nos aguarda en relación con esas formas todavía desconocidas y solas en que nos vincularemos con nuestro entorno.

Como si se tratara de un cruce entre las fabulaciones sci-fi y el método de la microhistoria, los gadgets con que contamos actualmente, la tecnología que utilizamos diariamente para hablar y compartir, pueden pensarse como los catalizadores de una narrativa con los que compartimos el rumbo de nuestra cotidianidad, y a la vez actúan como puentes que nos permiten establecer lazos con otras personas. Por eso es fundamental tener siempre al alcance una herramienta que, como el Smartphone Nokia Lumia 925, funja como ágil puerta de entrada a nuestra comunidad digital –y poder elegir, conscientemente, cuándo entrar y salir de esta realidad compartida. Al postear un estatus de Facebook, al entablar una llamada por Skype con el amigo que vive a cientos o miles de kilómetros de donde nos encontramos, al hacer saber al mundo por medio de Instagram el concierto en donde nos encontramos o el regalo inesperado que recibimos, cuando tuiteamos la canción que estamos escuchando en este instante, ¿no estamos también sutil, paralelamente, incidiendo sobre la historia de la comunicación, modificando sus formas y sus prácticas ―anticipándonos al futuro?

En el fondo ése es uno de los motores del desarrollo tecnológico. El teléfono pasó de ser un invento increíble a un aparato que se tiene en toda la casa, después se trasladó al automóvil y ahora cabe en el bolsillo del pantalón. Hubo alguien a quien se le ocurrió incorporar una cámara fotográfica al teléfono móvil y el éxito de la idea, su aceptación apabullante comprobada en las millones de imágenes que se toman a cada momento en todo el mundo, determinó el perfeccionamiento de esta tecnología, la posibilidad de, digamos, tomar fotografías sorprendentes en condiciones de poca luz con la tecnología Carl Zeiss o hasta borrar elementos que no quieres en tus fotos, por cierto también incluida en el Windows Phone Nokia Lumia 925: en última instancia, la avidez por ofrecer cada vez mejores posibilidades de comunicación.

¿Cuál es el futuro de la comunicación? No parece sencillo responder esa pregunta y quizá más bien ésta sea una invitación para que cada uno de nosotros construya su propio escenario, su propia historia y así configure el futuro que imagina.

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