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En un mundo sin humanos, C.A.R.L. refleja la solitaria extensión de la ausencia del ser. O algo así.

Del modo en que alguna vez el hombre fantaseó haber sido creado a la medida de Dios, un grupo de fotógrafos hizo un robot que refleja una solitaria visión del mundo: lejos del amenazante Terminator pero con alguna semejanza tierna a Wall-E o R2-D2, C.A.R.L. es obra del fotógrafo inglés David Ryle y la artista Gemma Fletcher.

C.A.R.L. está hecho de espejos que lo hacen a la vez fundirse y resaltarse de los entornos a donde lo lleva su solitario andar: desde colinas boscosas a las afueras de Londres hasta inhóspitas ciudades abandonadas, el robot está puesto en el lugar vacante que dejara una probable extinción de la humanidad, o lo que es peor, como testigo de la radical ausencia en la que incurre la vida humana a principios del siglo XXI.

Sin que las imágenes estén encadenadas en una secuencia narrativa, Ryle dice que la serie "es acerca de la soledad del ser".