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Obsesiones en el cuento de hadas del Día de Gracias

Por: Psicanzuelo - 11/21/2013

Entre Incendios e Intriga, Denis Villeneuve muestra grandes posibilidades técnicas y narrativas en el cine. Aquí, algunos puntos destacables de ambas excelentes películas.

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Intriga (Prisoners, Denis Villeneuve, 2013) 

En el detrás de cámaras de Incendios (Villeneuve, 2010) se podía apreciar la sofisticada manera como dirigió Villeneuve esta película: mediante numerosos radios que lo comunicaban con todos sus asistentes y lentes largos con movimientos de cámara ultra precisos, que lograban acceder a donde los actores no alcanzaban con su emociones; muchas veces, logró esto de espaldas, en over shoulders y en long shot de composición perfecta con el espacio destruido y reconstruido en el sentido estético del espectador. Así, utilizando al actor más que asociándose con él y con una superproducción, alcanzó una emotividad más profunda. Una virtuosa y muy técnica adaptación cinematográfica de la aclamada obra teatral, Incendios parte de una tetralogía escrita por el talentoso dramaturgo libanés Wajdi Mouawad. La cámara acompaña a Jeanne Marwan (Mélissa Désormeaux-Poulin) a donde nadie más se atrevía: un viaje peligroso al medio oriente, aunque mucho más peligroso aún resultó ser su trágico destino final, el obscuro pasado, donde sus raíces se revelan podridas desde un inicio. A la película la echa a andar una noticia: Jeanne se entera de la existencia de un hermano desconocido hasta entonces, un pasado hasta ese momento oculto que debería conocer mediante un largo y solitario viaje. 

El director franco-canadiense ya había llamado la atención anteriormente con su cortometraje Next Floor (Villeneuve, 2008). Gótica secuencia infinita de un encuentro comensal, caníbal y aristocrático, que no podía llegar a  un fin ni siquiera por catástrofes físicas de un potente surrealismo velado por su grotesca elegancia:

El ejercicio era demasiado estilizado sin pretender dejar de ser nunca un gag, los personajes eran nulos y ni qué decir de la anécdota para considerar alguna relación con La Gran Comilona (Marco Ferreri, 1973). 

El guión de Intriga, escrito por Aaron Guzikowski, llevaba varios años en Hollywood sin ser producido, pero abrió las puertas al guionista y sobre todo lo terminó relacionando con Mark Wahlberg, quien acabó produciendo la cinta, con un equipo sólido que contaba con Villeneuve en la dirección, en su primer incursión Hollywoodense, y en la cinematografía nada más y nada menos que con el veterano Roger Deakins, poseedor de un estilo personal que Villeneuve neutralizó para lograr una ficción sólida que contrasta con Incendios. Aquí, hasta el actor australiano, por lo general sobre actuado, Hugh Jackman, actúa de verdad y deja de ser él mismo para realmente darle vida a Keller Dover, un padre de familia que acaba de perder a su hija menor en un día de gracias de tarde nublada. Las investigaciones arrojan un sospechoso evidente, Alex Jones (Paul Dano), que tiene el IQ de un niño de diez años, a quien Keller culpabiliza inmediatamente después de sostener un encuentro con él en el estacionamiento de la estación de policía. Keller rapta a Jones y se dedica a torturarlo. Por varias razones, la película hace que las sospechas de la audiencia vacilen de personaje en personaje y la tensión recorra por los obscuros rincones iluminados por Deakins hacia el final de la pesadilla americana, en cuyo trayecto las visiones irán incrementándose. Intriga termina siendo una realista propuesta de la lucha contra Dios sobre este planeta por el control de la mente humana, pero también prueba los límites del control humano para conservar la bondad en su forma más inmediata, combatiendo la bestialidad que acecha sin descanso. El enemigo no está fuera, ni siquiera cuando es poseída por demonios, el enemigo es esa sed de venganza esa dulzura que descansa en nuestros recuerdos de un porvenir añejo. 

PRISONERS

A la mitad de la cinta, cuando estamos sobre otra pista más del perfecto casting en la que un hombre freak compra ropa de niña pequeña para armar "paquetes baúl", el motivo de la película aparece haciéndonos conscientes de dónde estamos. Este hombre ha dibujado toda la cantidad de pequeños laberintos que en su conjunto hacen uno de gran tamaño en la derruida pared. La presencia del laberinto a través de la historia nos ha enseñado que no es algo que el hombre haya descubierto, está antes de él y después de él seguirá probablemente. En el laberinto hay un minotauro pero también hay una princesa, la bestialidad y la inocencia, es una serpiente enroscada, un camino que no va a ningún lado, sino a su propia salida, a la solución de un enigma planteado. El laberinto es una interrogante, una prueba construida por alguien para tener un ganador. Hay un aspecto siempre lúdico que permea el concepto.   

Me llama la atención la actuación de Jake Gyllenhaal interpretando al detective Loki, hasta un tic en su rostro aparece de vez en cuando, administrado con una maestría que recuerda a Brandon, y que nos hace dudar si pertenece a Jake y no a Loki. Así, Villeneuve lejos de lo que se hubiera pensado, se centra en la dirección de sus actores y los ambientes, en lograr ese instante realista y no a toda la parafernalia cinematográfica que lo había destacado anteriormente en la técnicamente impecable Incendios. Encuentra los beats dramáticos del guión y los explora con un lenguaje cinematográfico sencillo, seco, que guarda un estilo sobrio en la cámara de Deakins. Las falsas pistas se vuelven aterrorizantes posibilidades de perversos universos paralelos. Muchos elementos son lugares comunes que como en esas antiguas series b, se tornan en alucinación exacerbada de simbolismos cotidianos.    

Entrevista con el guionista, inspiracional para la juventud que lee Pijama Surf.

Twitter del autor: @psicanzuelo