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¿Es la honestidad el secreto de la creatividad ?

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En su ponencia en el foro Bonus Creative Week, Jason Horsley, aparentemente sin preparar nada, encontró una ecuación lingüística que resuena con cierta estética ética, en la que se identifica la honestidad con la espontaneidad y la creatividad. Vivimos condicionados por la cultura, improntas o programas que recibimos de los medios, de la tecnología, de la sociedad y es difícil encontrar nuestra voz individual, nuestro flujo auténtico. En ocasiones parece que entre nuestra psique y la cacofonía de voces ajenas es casi imposible simplemente ser, en función del instante y de nuestra corporalidad. Reciclando ideas, pensamientos y basura psíquica conductual nos movemos por el mundo imitando, casi nunca innovando.

¿Qué es la creatividad? ¿De dónde viene la inspiración? Existen muchas opiniones al respecto, algunas teorías que buscan incorporar correlaciones entre las personas "creativas" y sus hábitos e incluso su "neurodiversidad". Para algunos, la creatividad es el fruto del trabajo, una constancia aplicada y una congruencia con el acontecer: se crea a partir de lo que hay. Para otros, la inspiración es una especie de ángel, genio o musa que aparece (aunque puede invocarse) y que sobrecoge: así los dioses poseían a los hombres, Eros con su vitalidad o Apolo con su armonía.

Jason Horsley propone que la creatividad sólo puede producirse como resultado de la honestidad y la autenticidad. Esto es debido a que el ser humano aprende ante todo imitando. La teoría de la mente señala que el ser humano obtuvo conciencia debido a la capacidad de imaginar al otro, de ponerse en su lugar, una ventaja adaptativa que permite anticiparse y protegerse. También, como una forma de obtener un sentido de pertenencia; así, un bebé aprende a sonreír minutos después de nacido. En cierto sentido esto hace que la mente sea esencialmente colectiva, supeditada a un entrelazamiento, a una relación con los otros. La cultura se convierte en un sistema operativo, en una mente colmena.

Para poder crear algo nuevo entonces es necesario encontrar una voz propia, que no surge de la mente, sino, acaso del cuerpo y de algo que esta por fuera de la cultura. En este sentido el cuerpo es el vehículo de algo trascendente. La creatividad, según Horsley, surge sólo de  la espontaneidad, de una experiencia directa no-mediada con la cultura, es profundamente un acto de autoexpresión: eS ella una especie de código autosignificante de lo que somos. Ser en su acepción más básica e instintiva es crear, generar novedad.

Entonces la búsqueda de la creatividad  podría pensarse como búsqueda de la individualidad, o más que la búsqueda de la afirmación o el apuntalamiento del propio ser. Todos queremos fluir, todos queremos canalizar nuestra propia voz, hablar fuerte y claro, pero para esto tenemos que mostrar nuestros traumas y asimilar aquellos rasgos de nuestra personalidad que evadimos, acaso motivados porque los demás puedan percibirlos como indeseables. Esto es apenas un acercamiento, una propuesta en ciernes hacia la espontaneidad, dinámica de la autoexpresión basada en la honestidad. Se dice que el corazón puede percibir cosas que la razón no entiende o ver cosas que los ojos no alcanzan a discernir, y también tal vez decir lo que la mente no llega a articular, una articulación más amplia, del cuerpo como manifestación instantánea de la totalidad.