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El mercado busca los efectos, no las sustancias mismas: buscar los efectos a través de sustancias hechas ex profeso parece ser el nuevo negocio de las ventas de droga en Internet.

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La semana pasada el FBI desarticuló el sitio de Silk Road, la mayor tienda de drogas ilegales online, e hizo responsable a su webmaster Ross Ulbricht de 29 años por cargos de lavado de dinero, venta de drogas, hacking y contratos de asesinos a sueldo en Baltimore y Nueva York. Pero una vez desarmado el mayor bazar ilegal de las profundas aguas de la deep web, ¿el comercio online de sustancias ilegales desaparecerá? ¿O, por el contrario, como muestra la investigación del periodista Mark Power, las prohibiciones sólo sirven para generar nuevos mecanismos de distribución?

Power dedicó dos meses a investigar sobre un nuevo negocio para tener acceso a drogas online. Este consiste en explotar el mercado de las drogas legales y comisionar a laboratorios en China a que produzcan las sustancias, las cuales llegan por via postal a cualquier lugar del mundo. El periodista resume así su experiencia:

"Todo lo que me tomó fueron una docena de llamadas a Shanghai, una cuenta en gmail, una transferencia bancaria, un buzón postal a nombre falso, algunos emails a contactos de foros web que me dieron las síntesis [de las sustancias] y la modificación y el nombre de un laboratorio confiable, y algo de lectura. Trabajo hecho." 

Y es que los legal highs son la respuesta del mercado a las nuevas prohibiciones internacionales, lo cual vuelve irrelevante la guerra contra las drogas, al menos desde el enfoque de etiquetar como ilegal una sustancia. Las primeras legislaciones globales contra las drogas datan de 1961 y 1971, convenciones donde fueron proscritas 234 sustancias según su grado de peligrosidad. Pero utilizando datos del Centro Europeo de Drogas y Adicción, Power encontró que entre 2009 y octubre del 2013 se han identificado 243 nuevas drogas: más drogas nuevas de las que se conocían hace casi medio siglo.

Los laboratorios chinos que comercializan sustancias sobre pedido evaden las regulaciones internacionales con una astuta cláusula donde aceptan producir la sustancia pero anunciando que no es apta para consumo humano, lo que deja toda la responsabilidad en manos de las leyes: al ser variantes y modificaciones de sustancias ilegales, "técnicamente" no son sustancias ilegales, puesto que no existían antes. Solamente en el curso de la investigación de Power, cinco nuevas sustancias fueron etiquetadas como ilegales por las autoridades inglesas.

La paradoja es clara para el periodista: "El verdadero problema es éste: estamos confundiendo causa y efecto. La razón de que tantas nuevas drogas aparezcan es precisamente que sigamos prohibiéndolas. Ese enfoque funcionó en los '60 y '70, y tal vez hasta los '80. Pero en la era del Internet es imposible controlar este mercado. Más leyes significa más drogas. Si yo, un periodista que hasta hace poco no sabía nada de química, puedo comisionar una nueva droga en cuestión de semanas, también puede hacerlo más gente. Y lo harán."

Al igual que Silk Road fue una tentativa para comprar y vender drogas en línea de manera anónima (y relativamente segura gracias a los Bitcoin), el mercado busca los efectos, no las sustancias per se, volviendo rentable el negocio de encargar drogas por pedido, aunque parece poco probable que llegue a masificarse como práctica. Mientras tanto, las "drogas legales" se vuelven peligrosas debido, paradójicamente, a las legislaciones que tratan de prohibirlas. Tomen como ejemplo la N-Bomb, la metoxetamina o las ranas psicoactivas, que no siguen sino la misma ruta de variantes alrededor de una fórmula. Y mientras la gente sigue tomando Prozac como si fueran pastillas de menta, las autoridades del mundo parecen más preocupadas por proscribir actos que por regular los actuales.