*

Beber la sangre de los más jóvenes, receta renacentista para retrasar el envejecimiento

Salud

Por: Luis Alberto Hara - 10/08/2013

Según Marsilio Ficino, un destacado hombre renacentista, autor de "De vita libri tres", para conservar la juventud o al menos retrasar el doloroso proceso del envejecimiento, uno de los mejores métodos es beber la sangre de los más jóvenes en circunstancias particularmente excéntricas.
Ficino Retrato de Marsilio Ficino en "Annuncio dell'angelo a Zaccaria" (Domenico Ghirlandaio, 1490)

La obsesión por la juventud puede verse como una expresión de la ansiedad por el transcurso del tiempo. Desde la legendaria búsqueda de los alquimistas hasta El retrato de Dorian Gray de Wilde, pasando por las varias versiones de Fausto y los mitos de las fuentes en los territorios del Nuevo Mundo, querer mantenerse siempre joven se ha convertido en una respuesta simbólica ante la inevitable guadaña de Saturno, que siega y acaba con todo.

En el Renacimiento hubo un hombre que, entre sus múltiples intereses, legó una receta para retrasar el envejecimiento. Se trata de Marsilio Ficino, filósofo y astrólogo cercano al neoplatonismo que también estuvo a punto de ser condenado por heresiarca. Su obra más importante fue De vita libri tres, publicada en 1489, un ambicioso compendio de conocimiento sobre la salud humana que influyó la conciencia intelectual europea incluso hasta el siglo XVII. En De vita libri tres (Tres libros sobre la vida), Ficino reunió y comentó las conclusiones, inferencias e intuiciones renacentistas, medievales, cristianas y de otras corrientes de pensamiento, sobre la naturaleza humana, lo mismo en su vertiente espiritual que en la corporal. En términos generales el propósito de Ficino al combinar estos saberes fue conciliar la doctrina cristiana con el pensamiento clásico.

Pero como decíamos, una de las excentricidades de De vita libri tres es este procedimiento para mantenerse joven, el cual implica beber sangre fresca de, sí, los más jóvenes, al parecer esperando una suerte de contagio de esa energía vital que, al menos desde el Medioevo, se atribuía al líquido que corre por nuestras venas.

A continuación la traducción del fragmento, tomada del blog Ask the Past, que lo presenta en inglés.

Hay una opinión común y antigua sobre ciertas mujeres proféticas popularmente llamadas “lechuzas” que sorbían la sangre de los infantes para rejuvenecer tanto como pudieran. ¿Por qué no nuestros viejos sorben también la sangre de un joven? Un joven dispuesto, sano, feliz y temperado, cuya sangre es de lo mejor pero quizá también muy abundante. Ellos sorberían, así, como sanguijuelas, una onza o dos de una vena abierta apenas en el brazo izquierdo; inmediatamente tomarán cantidades iguales de azúcar y vino; harán esto cuando se encuentren hambrientos y sedientos y cuando la luna esté creciente. Si tienen dificultad para digerir la sangre cruda, esta puede cocinarse con azúcar o mezclarse también con azúcar y destilarse moderadamente en agua caliente para después beberse.

Marsilio Ficino, De vita libri tres (1489)