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Combatiendo la crisis económica con monedas alternativas: el Túmin

Por: Ana Paula de la Torre - 09/08/2013

En un pequeño municipio de la Sierra de Totonacapan, en Veracruz, circula una divisa local que a falta del dinero tradicional, ha revitalizado la economía regional y mejorado la vida de su gente.

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Cuántas veces te has preguntado por qué tienes qué usar dinero controlado por un banco central, valuado con estándares macroeconómicos, o por qué no existen más alternativas de pago ante la devaluación de una moneda. Imaginemos un pequeño pueblo mexicano en donde, por la crisis económica global, disminuyen las remesas de Estados Unidos y escasea el dinero nacional –pero las personas siguen produciendo,  frutas,  legumbres, o siguen desempeñando sus respectivos oficios. En pocas palabras hay escasez de dinero, pero la productividad de sus habitantes se mantiene. En este tipo de contextos, las monedas alternativas o locales pueden ser una herramienta para que las personas mejoren sus vidas, pues aunque resulta imposible zafarse enteramente del sistema financiero, al menos continúan su ciclo productivo y económico, consiguiendo ingresos para consumir bienes o servicios básicos, producidos desde su comunidad.

Historias como la anterior son una realidad y han prosperado en el marco de la crisis económica mundial, que detonó en 2008. En Bélgica por ejemplo, un pueblo llamado Monz hizo su propia moneda: el Rupi, y en México desde el 2010 circula una divisa alternativa en el estado de Veracruz, en un pequeño municipio de la sierra, llamado Espinal.  Esta moneda o vale,  se llama Túnim, que significa dinero en totonaca (lengua tradicional propia de esta región). La divisa comunitaria fue creada por Juan Castro Soto y Álvaro López Lobato, catedráticos de la Universidad Veracruzana Intercultural, y para inaugurar su circulación, se lograron pactos entre los comerciantes del lugr, bajo la premisa de que se necesitaba de una alternativa para sobrellevar la crisis.

 En el 2012, esta moneda extendió su uso a 8 municipios más de la Sierra Totonacapan  y a algunas localidades del estado vecino de Puebla. Como era de esperarse, esto llamó la atención del gobierno, y  el  Banco de México (Banxico) demandó a sus creadores por supuesta suplantación del peso.  Castro y Álvaro López declararon ante las autoridades, sin embargo hasta hoy no existe una  resolución al respecto. Los creadores del Túmin argumentan que su proyecto se trata de un intercambio comunitario de divisa, que no suplanta al peso pues se aplica exclusivamente en los productos y servicios regionales. Resulta obvio que, por ejemplo, en una tiendita que ofrece productos de grandes marcas, se rechace el Túnim, por lo que se trata pues de una transacción exclusivamente regional y que no incluye intermediarios.

Otra moneda alternativa en México es el vale Tláloc, que tiene uso en el Estado de México y el Distrito Federal. Tanto el Túnim como el Tláloc, funcionan como un circuito cerrado, donde únicamente los socios o agremiados la utilizan para comprar o vender sus productos o servicios, como alternativas que promueven los mercados comunitarios. Por esta razón no representan una amenaza para el peso mexicano, la divisa central de este país, o para la estabilidad de la economía nacional –como en su momento argumentó Banxico.

Las microeconomías alternativas, materializadas por ejemplo en monedas locales, dimensionan el valor de los mercados a micro escala, donde justamente operan los sectores más marginados de la economía, y también los productos más sanos y naturales. Según Castro, en el mundo existen más de cuatro mil monedas alternativas, que favorecen el flujo de las divisas –es decir, favorecen su gasto,  y no la acumulación y el negocio como la deuda y el cobro de intereses. Tal vez repensar la economía debiera hacerse desde lo pequeño, pues finalmente el sistema económico se basa en un intercambio inmediato, cercano, a diferencia de las abstracciones que rigen, a distancia, el sistema económico mundial.

Twitter de la autora: @anapauladelatd