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Científicos ingleses aseguran haber encontrado evidencia de vida alienígena en una muestra obtenida en la atmósfera durante la pasada lluvia de estrellas de las Perseidas; con todo, el supuesto hallazgo ha despertado controversia entre la comunidad astronómica.

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En un descubrimiento que posiblemente tenga implicaciones profundas en el ámbito de la exploración espacial y la investigación de formas de vida extraterrestres, científicos de las universidades inglesas de Sheffield y Buckingham aseguran haber encontrado evidencia de vida alienígena a 27 kilómetros de altura, en la atmósfera de nuestro planeta.

Con un globo especialmente diseñado, los investigadores tomaron muestras en la estratósfera entre las ciudades de Chester y Wakefield, esto durante la pasada lluvia de estrellas de las Perseidas. Al analizar lo obtenido, se encontraron fragmentos de un alga unicelular conocida como diatomea.

Milton Wainwright, responsable del artículo publicado al respecto, declaró que por el tamaño de una de las partículas halladas, esta no pudo llegar por sí misma a la altura en donde se le encontró, y si bien en otras ocasiones se ha comprobado que una erupción volcánica puede convertirse en la causa que explique el fenómeno, en este caso no ha ocurrido una en tres años en el área de la zona examinada.

“En ausencia de un mecanismo por el que grandes partículas como esta puedan ser transportadas a la estratósfera, lo único que podemos concluir es que las entidades biológicas se originaron en el espacio”, dijo Wainwright.

De acuerdo con los investigadores, esto probaría que la vida en la Tierra comenzó a partir de vida alienígena que arribó en meteoritos, una hipótesis que en años recientes ha causado enorme polémica entre la comunidad astronómica internacional.

Y ahora, por cierto, no es la excepción, pues numerosos investigadores han levantado su voz contra el supuesto descubrimiento de Wainwright y sus colegas. Phil Plait, por ejemplo, astrónomo y divulgador de la ciencia, cabeza del notable blog “Bad Astronomy” de la revista Slate, publicó ya una refutación del hallazgo, e igualmente Charles Cockell, en el periódico The Guardian, escribió una columna de intención y argumentos parecidos.

Ambos autores señalan el poco rigor científico tanto en el método como en las pruebas y la argumentación presentadas por Wainwright y compañía, señalando la insuficiencia de la pretendida evidencia para la magnitud de la conclusión. Plait, por ejemplo, hace notar que la diatomea es endémica de nuestro planeta y que además se le encuentra en prácticamente cualquier muestra de agua que se examine o, en otro momento de su texto, hace ver que si bien hace falta una erupción volcánica que explique cómo llegaron esos fragmentos a la estratósfera, ello no necesariamente se traduce en que estas llegaron a bordo de un meteorito. Las objeciones de Cockell son más o menos similares, y también recala en el aspecto de la argumentación, recuperando casi para cerrar un adagio científico acuñado por Carl Sagan: “afirmaciones extraordinarias requieren evidencia extraordinaria”.

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