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Cuando el horror y la fascinación son indiferenciables de la imagen que el ojo ciego de la cámara registra.

La presencia de una cámara vuelve doble al espectador: por un lado, la imagen de la cámara (sea foto o video) es el único marco del que disponemos como espectadores para presenciar el evento registrado; por otro lado, el que sostiene la cámara no puede abstraerse a sí mismo de la situación, y la forma en que los movimientos del camarógrafo son también indicios de la conmoción que le produce el evento.

En los 10 clips de este video, el observador se debate igualmente entre dos modos contrapuestos pero no mutuamente excluyentes de la mirada: el horror y la fascinación. 

La mirada no puede dejar de sentir empatía por lo que se registra pues, a diferencia de la mirada artística del cine o la fotografía, estos 10 segmentos fueron captados por periodistas, por documentalistas, o por aficionados que asistían a algún evento de entretenimiento. Queda abierta la pregunta: ¿puede considerarse una forma de suerte el hecho de asistir como testigo a una tragedia como las arriba mostradas, o el accidente de que alguien estuviera grabando sólo refuerza, con su presencia, la tragedia misma?