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Escuchando el Futuro: una reflexión sobre el sonido en el cine (II/II)

Por: Psicanzuelo - 08/17/2013

En Berberian Sound Studio (Peter Strickland, 2012), Gilderoy le da vida sonora a un giallo. Encontrando en los detalles que escucha, la puerta a otro lugar que se sucede al mismo tiempo que el sitio jamás abandonado.

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II. Audio Vertebrado 

El giallo es un sub género cinematográfico que proviene de la mezcla entre el cine negro, el thriller psicológico y el gore, dando más tarde origen al slasher film. Nacido en la Italia de los 70’s, de naturaleza melodramáticamente no realista, encuentra a su padre en Mario Bava y a su más grande exponente en el macabro Dario Argento, quien después de haber figurado como guionista de una película de Sergio Leone, se estrena como director con la sangrienta y muy exitosa El Pájaro de las Plumas de Cristal (1970). Uno de los cines de explotación que guardan algo de elegancia por sus raíces europeas, con estilo formal que contrasta con su violencia explícita. Giallo en italiano quiere decir amarillo, de ahí proviene su nombre, del amarillo de las páginas de las publicaciones pulp.

Berberian Sound Studio (Peter Strickland, 2012) trata de un diseñador de audio, en realidad un ingeniero de sonido afamado en su país de origen, Inglaterra, que es contratado por un afamado director de giallos, Giancarlo Santini (Antonio Mancino); esto en la idílica para cualquier vicio Italia de los años 70's. Desde un inicio hay un desorden y una incongruencia que van dando a lugar al ansia del protagonista, Gilderoy (una maravilla de Toby Jones) gracias a la cual empatizamos con él rápidamente. No hay en quién confiar, secretarias hermosas y sensuales pero histéricas, que gritan a la primer oportunidad perdiendo el control, exigentes y déspotas productores explotadores que piensan que son lo mejor del mundo y que olvidan el idioma inglés cuando les conviene, asistentes de bata que ignoran cualquier suceso y sobre todo la obscuridad, que acecha en cada rincón del edificio de post producción de largos pasillos iluminados por neones.

Para cualquier aficionado al giallo es claro que el trabajo en la banda sonora es en especial cuidadoso y vanguardista, actualmente artistas como Demdike Stare, o Moon Wiring Club, llegan a utilizar pistas de estas cintas directamente para samplear.

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En Berberian Sound Studio, el soundtrack de la cinta siendo postproducida está presente porque esta se trabaja en él: filtrándolo, cortándolo, la cinta magnética será acelerada, y más tarde los sonidos distorsionados por la velocidad lenta, generando así un pesado contraste yuxtapuesto al espacio grueso de la cabina casi desierta, el sonido ambiental de los pasillos del edificio estará constantemente presente. Curiosamente no veremos ni una sola imagen del giallo en el que trabaja Gilderoy, solo lo escucharemos, pero mucho más tenebroso que todos esos doblajes resultará ser el silencio que no es silencio porque contiene varias texturas construidas. Como decía John Cage, “no hay tal cosa como el silencio”. En la realidad y en los sueños, siempre algo suena.

El humor contrasta con la situación porque no está sucediendo ninguna horrible realidad aunque se escuche y hace que el horror empiece a provenir del interior de lo que no sucede, convirtiéndose en lo que podría suceder, aparece el ansia. Contra pantalla, sandías son masacradas para generar el sonido gore que la escena requiere, lechugas explotan en las manos del protagonista. Porque como lo indica Michael Chion:

El sonido que suena verdadero para el espectador y el sonido verdadero, son dos cosas muy distintas. En orden para acceder a la verdad en un sonido, nos referimos a códigos establecidos por el cine en sí mismo, por la TV y las artes representacionales en general, mas que a nuestra experiencia hipotética vivida. [1]

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Así frente a las frutas y vegetales descalabrados, cómicamente Gilderoy, nos resulta cada vez más patético en las manos de sus captores, que finalmente son una extensión de la cinta que post produce, de esa misma obscuridad. Al no poder escapar, él se termina desdoblando al interior de la cinta, en la luz del proyector, en el plástico del celuloide que se quema.  

Su único contacto con la realidad serán las excelentes actrices de doblaje que residen-resuenan en ocasiones en la cabina de grabación. Ellas serán sus guías en ese laberinto sin paredes físicas, simples mazmorras con cadenas auditivas, las estrellas de su panteón de recuerdos compuesto de sucesos que jamás serán. Así como dice Chion:

La vida diaria difícilmente nos pone en posición de escuchar sus sonidos en si mismos y enfocar sus cualidades acústicas intrínsecas,  como el contexto influencia gravemente nuestra percepción. En orden para realmente escuchar estos sonidos uno tendría que recrear la analogía auditiva de la cámara obscura visual que permitía a los pintores observar la naturaleza y así sujetar sus verdaderos valores de luz y color. [1]

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Gilderoy se lleva, con la ayuda de falsos raccords que unen su espacio de vivienda y su espacio de trabajo, los gritos femeninos en cinta magnética para ser reproducidos en una grabadora ngra en su habitación, y el manipularlas  manipula su entorno. Nunca hubo más que la luz proyectada sobre la pantalla, las imágenes no eran reales, pero el audio estuvo siempre ahí.

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[1] Audio Vision, Sound on Screen, Michel Chion 

 

También en Pijama Surf, la primera entrega de este ensayo: Escuchando el Futuro: una reflexión sobre el sonido en el cine (I/II)

Twitter del autor: @psicanzuelo