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En el probable caso de que el viaje en el tiempo fuera posible, ¿cuáles serían las implicaciones en, digamos, nuestro presente económico? Un economista se toma en serio la pregunta y nos responde con algunas certezas bastante prácticas.

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Como si los viajes en el tiempo no plantearan suficientes quebraderos de cabeza a quienes tratan de demostrar su existencia desde la física o desde la teoría de conspiración, el profesor Richard Hudson, un economista canadiense, ha escrito un extraño artículo sobre por qué no es posible que los viajeros del tiempo, en caso de existir, viajaran al pasado a hacerse millonarios especulando en las bolsas de valores.

Desde una perspectiva económica, las operaciones financieras de un viajero del futuro estarían libres de riesgo, pues estos conocerían con anterioridad el comportamiento de la bolsa y no estarían sujetos a la indeterminación y la eventualidad del presente, visto desde el futuro como pasado. Los problemas comienzan cuando no sólo uno sino varios viajeros del tiempo tratan de realizar operaciones en la bolsa. Según el profesor Hudson:

"Viajeros del tiempo de todas partes estarían presentes en masa tratando de realizar sus ganancias arbitrarias: la primera viajera del tiempo se encontraría multitudes de su futuro (incluso múltiples copias de ella misma) tratando de realizar las mismas transacciones que ella trata de completar."

Al tratarse de viajeros del tiempo "racionales", en el hipotético experimento de Hudson (y para asumir los postulados teóricos de la economía de mercado como la conocemos), es necesario asumir que todos los viajeros del tiempo de todas las épocas futuras buscarían realizar las mismas acciones para acceder al margen de ganancia deseado. Siendo así, "los viajeros del tiempo racionales, que son incluso más homogéneos que los inversionistas ordinarios, anticiparán las acciones de otros viajeros del tiempo, y se darán cuenta de que no tiene sentido tratar de usar el viaje en el tiempo para invertir."

Esto, para Hudson, sería muestra suficiente de que el viaje en el tiempo podría no inventarse en un futuro cercano, pero también hay otras opciones; por ejemplo, que los viajeros del futuro provengan de sociedades que valoran cosas distintas a las que nosotros valoramos. Tal vez provengan de sociedades donde el consumo indiscriminado y la economía de mercado han dado paso incluso a una economía donde el dinero es una herramienta y no un fin en sí mismo, o podrían perseguir otros fines, como "el amor, la verdad o la belleza, o podría preocuparles el salvar sus almas eternas y sentir que la riqueza interfiere en su camino."

Especulaciones financieras y metafísicas aparte (ceteris paribus, para utilizar la jerga económica), el verdadero problema de un viajero del futuro sería probablemente burocrático: "Si, digamos, el viaje en el tiempo es inventado en el 2020 por alguien nacido en 1990, esa persona tendría ocho años hoy (en 1998), de acuerdo a su acta de nacimiento, a pesar de cuál sea su aparente edad física."

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