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Este 17 de mayo se celebra el Día Mundial de la Sociedad de la Información, identificado como Día Mundial de Internet, una fecha para alegrarnos por los beneficios invaluables de la red pero también para reflexionar sobre el lado oscuro de esta desmesurada fuente de data.

dia_mundial_internetHacia finales del siglo XX diversos teóricos sociales contribuyeron en la formación del concepto “sociedad de la información” con el cual buscaron caracterizar dicha época y, en especial, las relaciones fomentadas por algo que entonces se consideró característico, inédito, de ese momento del mundo: la mucha información de la cual, ahora, disponía el hombre común, en cantidades como hasta entonces no se había visto, gracias por supuesto al desarrollo meteórico de las telecomunicaciones en la segunda mitad de dicho siglo. Los medios masivos de comunicación había hecho ya su parte, pero sin duda la irrupción de Internet en la vida cotidiana de las sociedades vino a revolucionar la manera en que se había considerado la información, otorgando al individuo y a la comunidad una capacidad de acceso única en la historia de la civilización humana, con consecuencias y efectos que aún ahora no terminan de configurarse.

Como homenaje a este suceso capital de la historia contemporánea, la Organización de las Naciones Unidas fijó el 17 de mayo como Día Mundial de la Sociedad de la Información. Sin embargo, dado que esta guarda una relación simbiótica con la Red, en la práctica esta efémeride se conoce como Día Mundial de Internet.

Como muchas de estas fechas, el Día Mundial de Internet nos invita, sí, a congratularnos por esta invención genial, por los muchos beneficios reales y en potencia que se encuentran dispersos en la web: los cursos universitarios gratuitos en línea, o proyectos como UbuWeb, animado por el poeta estadounidense Kenneth Goldsmith que, por ejemplo, ponen a disposición de quien sea recursos casi invaluables de enriquecimiento cultural y personal; el entretenimiento de las cientos de películas que se pueden ver online; la posibilidad de conocer una misma noticia desde muchas perspectivas y formarse así una opinión marcada por la amplitud de horizontes, o el hecho de que Internet dio cabida a millones de personas en quienes la curiosidad más o menos insaciable y diversa, casi renacentista, es una suerte de faro existencial. En cierta forma, Internet se ha convertido en el sueño del humanismo e incluso podría decirse que lo ha sobrepasado, erigiéndose en esa biblioteca infinita que también imaginó Borges.

Pero sabemos también que otra de las formas del sueño es la pesadilla, y este podría ser el otro motivo de reflexión para este día, un acercamiento crítico hacia la omnipresencia que Internet tiene en nuestras vidas y también hacia el lado oscuro que alberga en sus intersticios. ¿Hasta qué punto la mucha información también es atrofiante para el juicio? ¿En qué medida, como sugirió este estudio, Internet también es un mecanismo que amplía las brechas ya existentes en la sociedad: culturales, económicas, sociales, lingüísticas y un nutrido etcétera, convirtiéndose así en factor de desigualdad que poco tiene de humanista? ¿Qué decir de la pornografía y otros contenidos condenables cuando involucran a personas que participan contra su voluntad en dichas actividades? Igualmente no olvidemos que el libre flujo de contenidos de la Red ha servido también para avivar esas fuerzas opuestas que buscan frenarlo, limitarlo y regularlo.

Se trata, en suma, de una fecha que, como Internet mismo, debemos tomar desde sus varias aristas, algo a lo que, parece que por fortuna, la Red ya nos tiene acostumbrados.

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