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¿Cómo reaccionarían tus padres si recibieran por error los mensajes que intercambias con tu dealer?

Por: Juan Pablo Carrillo Hernández - 05/03/2013

Es paradójico y casi inexplicable, pero al parecer una de las condiciones ineludibles para ser o funcionar como padre es otorgar a los hijos una inocencia inagotable. Los hijos, creen sus padres, no son capaces de maldad ni daño, ni para sí mismos ni para otros, no son capaces de incurrir en eso que posiblemente también ellos probaron pero que es social y moralmente sancionado.

Las drogas, posiblemente, sean uno de los mejores ejemplos de esta actitud: existen en el mundo, pero los padres esperan que sus hijos nunca entren en contacto con ellas. ¿Pero no es la experimentación una de las conductas esenciales de la existencia? ¿Qué sería de esta sin la curiosidad por lo desconocido? Quizá los padres deberían sentirse satisfechos (y trabajar para ello) con educar a su hijo de modo tal que el placer lo encuentre en experimentar, en satisfacer una curiosidad, en tener la capacidad para después pasar a otra cosa.

Las imágenes que presentamos en esta fotogalería son tomas de captura de conversaciones en teléfonos móviles entre un hijo y alguno de sus padres, en la cual se lleva a cabo un ejercicio que parte de una premisa ficticia, la aparentemente inocente línea “Conseguí 2 gramos por $40”, seguida de, “Perdón, ignora eso, no era para ti”.

Curiosamente la frase, salvo algunos ejemplos un tanto increíbles, es identificada de inmediato por los padres como esa especie de código que existe entre un traficante y su consumidor (lo cual demuestra en buena medida hasta qué grado ha penetrado la narrativa del “combate a las drogas” en el grueso de la sociedad).

Los resultados son en todos los casos hilarantes, quizá porque pone en evidencia la fragilidad de los padres, la pronta crispación de los nervios, la neurosis a flor de piel.

Y también otro rasgo fundamental de la condición paterna (y materna): siempre esperar lo peor de los hijos.

[BuzzFeed]