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La tragedia es parte consustancial del mundo. Por fortuna (permítasenos el oxímoron) su naturaleza admite gradación. Por fortuna (o no) hay tragedias cotidianas que nos ayudan a dimensionar las tragedias mayúsculas que atentan contra nuestra propia existencia.

Por fortuna, esas tragedias mínimas, aunque molestas, pueden convertirse en motivo de risa, de ese gesto amable con que se recibe la broma jugada por un amigo (en este caso, posiblemente el demiurgo que jala los hilos de nuestro día a día).

En estas imágenes podemos ver algunos de estos ejemplos de situaciones improbables que, pese a todo, terminan sucediendo.

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Imágenes vía BuzzFeed