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El hombre Jano: la historia de Edward Mordake, el verdadero dos caras

Por: Jimena O. - 04/22/2013

Como encarnando la metáfora del doble, el segundo rostro de Edward Mordake nos hace preguntarnos algunas cosas en términos médicos y filosóficos.

mordrake

Durante nuestra vida aprendemos que el cuerpo es un límite y que hay un "adentro" donde nuestra personalidad existe, a buen resguardo. Pero este no fue el caso con Edward Mordake (o Mordrake, en algunas fuentes), el heredero de una noble casa en Inglaterra a finales del siglo XIX. Su condición fue un raro caso de policefalia, el cual hizo que tuviera un segundo rostro en la parte trasera de su cabeza.

El segundo rostro ("mi gemelo malvado", como lo llamaba Mordake) no podía hablar ni comer, aunque al parecer podía reír y llorar --especialmente cuando Edward manifestaba la expresión contraria. No eres exactamente paranoico si te están persiguiendo en realidad: así, Mordake sufría la presencia de este raro huésped en su cuerpo, el cual susurraba "lenguaje satánico" durante la noche, una interminable retahíla que sólo él podía escuchar.

Algunos médicos de su época lo trataron, pero fueron incapaces de retirar el segundo rostro, incluso se abstuvieron de intentarlo, aunque no existen registros fiables sobre sus visitas. A pesar de ser un brillante estudiante, Edward pasó recluido la mayor parte de su vida, una vida solitaria que no lo privó de los goces de la literatura y la música, de la cual era intérprete como pianista consumado. A los 23 años bebió una dosis letal de veneno, con lo que puso fin a la maléfica conversación de su doble de rostro. 

A semejanza del dios Jano, quien poseía dos rostros mirando hacia direcciones diferentes, la historia de Mordake nos deja imaginar lo que pasaría con nuestra pretendida "normalidad" en caso de que nuestro inconsciente tuviese una válvula de escape insuprimible, una voz que sólo pudiéramos escuchar nosotros, a pesar de que todos vieran este segundo elemento sonreír y llorar, como manteniendo un equilibrio siniestro y absolutamente manifiesto. ¿Cuál es la diferencia que separa a un dios de un monstruo? ¿De un humano?

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