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El recientemente fallecido Hugo Chávez pertenece a esa especie de político latinoamericano que comenzó a extinguirse en la segunda mitad del siglo XX, el líder carismático, populista (en el sentido laxo del término), acostumbrado a los vítores y los aplausos espontáneamente inducidos de las masas, una personalidad de atracción auténtica o hábilmente construida, seductora incluso, fundamentada en buena medida en su capacidad discursiva y oratoria.

Como la legendaria capacidad de Fidel Castro, Chávez también podía mantenerse frente a un público por muchas horas sin mostrar signos de fatiga, discutiendo y contrariando, enhebrando ideas y, en cierto modo, embelesando con la palabra el juicio y la voluntad de simpatizantes y detractores, echando mano a recursos que, como la canción popular, el refrán, cierta picardía ingeniosa, marcaban la diferencia con respecto a otros políticos y también, hay que aceptarlo, contribuyó a mantener la idea del líder latinoamericano como un ser escencialmente folclórico, una rara avis tropical cuya coloratura contrastaba con el acartonamiento de los protocolos y los casimires.

El propósito de este video no es caracterizar al personaje, sino de algún modo dejar constancia de su versatilidad como político, la singularidad que sin duda fue un factor imprescindible para alcanzar y mantenerse en la posición política que ocupó y la cual todavía aguarda el juicio de la Historia.