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¿Es Ellen Allien una chamana sonora? La virtuosa alemana nos sorprende con un nuevo álbum envuelto que da vida a una iniciática narrativa.

 nuevo album de ellen allien 2013

 Una verdadera iniciación jamás termina

Robert Anton Wilson

Hace apenas unos días la hija predilecta del dancefloor berlinés nos sorprendió con una enigmática sesión que fácilmente podría percibirse como una especie de iniciación pisco sonora. Se trata de LISm, el nuevo álbum de Ellen Allien, producido por BPitch Control, la disquera fundada por ella misma en 1999. 

Si bien este disco tiene un contexto particular, ya que guarda una estrecha relación con una pieza originalmente compuesta para un performance de danza, lo cierto es que LISm incluye una explícita estructura narrativa que en lo personal me remite a un rito iniciático –y para aquellos que perdimos un rato la pista a Allien, desde los días en que reventaba clubes nocturnos alrededor del mundo orquestando burbujas, encontrarnos con esta pieza resulta en un aliciente evolutivo–. 

El ritual comienza con una introducción audio-chamánica –la bienvenida a un sueño compartido que florece por medio de atmósferas étnicas, el sutil nacimiento de un portal introductorio que recuerda las oscuras epifanías de O Yuki Conjugate–.

Gradualmente la música nos avanza, el arquetípico sumergimiento a herméticas estepas se conjuga con el acorde de una guitarra que nos toma de la mano. Luego un mantra (falling, falling, falling…) nos invita explícitamente a disolvernos, a dejar ir. “I dream, I dream, I dream, I close my eyes, I see” continúa la ‘tiresiana’ liturgia. La guitarra, quizá para evitar el estrés de estar penetrando la pulsante vacuidad, no nos suelta. Aparece una dulce percusión que, paradójicamente, anuncia la llegada de la noche interior –está se desdobla en intermitentes agudos y termina derramándose en un ambiente de hipnosis sintética–.

A continuación la oscuridad es relevada por algo parecido a un melancólico renacimiento, reflexivo, el nuevo ser es aún vulnerable y su entorno es un tanto confuso. Regresa la voz, ahora recitando un “dreaming of you”, como una probable alusión a esa fase psicológica donde reconocemos a la otredad –y la celebramos con un poco de low astral techno–. Seguimos con una etapa de lasaña existencial, el mapa identitario se reforma, los bio-bits de la personalidad van acomodándose. Finalmente, entramos a ese instante “alephico”, ese click, donde la conciencia se promulga (y se propaga). Un cristalino ambient que recuerda los épicos trabajos de Aphex Twin en este rubro, anuncia la consumación del ritual: el futuro no es ya lo que solía ser, y nosotros somos otros.

Luego de la sesión difícilmente dejarás de sentir la renovación iniciática. Creo que LISm podría catalogarse como una obra de chamanismo sonoro, y aunque desconozco cuál es la intención que Ellen Allien depositó en este trabajo, me cuesta trabajo creer que mi interpretación responde solamente a un delirio de optimismo neurótico. De hecho, hasta cierto punto me recuerda al efecto que los libros de Carlos Castaneda pueden provocar –ese peculiar sentimiento de que su obra misma es su principal herramienta de embrujo–. Pero en todo caso, comprobar esta evolución en la conciencia de la alemana, en una trayectoria que descuida el dancefloor para desentumir el punto de encaje, me parece un signo esperanzador. Y musicalmente, por cierto, estamos ante un álbum exquisito.

Twitter del autor: @paradoxeparadis / Javier Barros del Villar