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Cómo el estado de ánimo determina nuestras decisiones morales

Por: Jimena O. - 03/14/2013

Un mal día podría determinar el tipo de decisiones que tomamos: el estado de ánimo juega un papel mucho más importante del que solemos creer en nuestro día a día.

mood

Toda la vida nos hemos enfrentado a hipotéticas paradojas morales: ¿matarías un niño si así aseguraras la paz mundial? ¿Si tuvieras que elegir a un sólo miembro de tu familia para ser salvado de un campo de exterminio, quién sería? ¿Cómo te sentirías a respecto de los demás? Incluso las morales más sólidas titubean frente a decisiones de este calibre, pues el ser humano no puede ser totalmente práctico en estas situaciones: incluso su pensamiento racional está condicionado por estados de ánimo variables.

Un estudio publicado en la revista Cognition por un grupo de investigadores alemanes afirma que el "mood" o estado anímico puede influir en la respuesta a escenarios como los arriba descritos. La pregunta es, ¿cuál es el mecanismo por el cual el mood afecta nuestras decisiones morales? No estamos hablando de bagatelas como encontrar una cartera con dinero en la calle y llevarla a la policía, sino los juicios más extremos que deben ser asumidos en cosa de segundos.

Según el estudio, las áreas del cerebro usualmente asociadas a procesar información emocional se activan cuando cuando tomamos decisiones morales personales, a diferencia de cuando debemos tomar decisiones moralmente impersonales. Los científicos concluyen que las emociones juegan un rol importante en estos juicios, mientras que nuestras áreas racionales permanecen fuera del campo.

Pero afirmar que decidimos con nuestras emociones no es suficiente. No se trata solamente de que las emociones influyan en el proceso de toma de decisiones, sino que el proceso mismo sería emocional. El estado actual de la tecnología que permite observar al cerebro en su funcionamiento tiene muy poca resolución temporal, por lo que las áreas que se escanean de nuestro cerebro tienen un retraso de unos pocos segundos. Esto vuelve difícil saber si los juicios son emociones o si solamente están influenciados por ellas y por nuestra racionalidad. Así, aún estamos en el proceso de saber hasta qué punto un mal día puede decidirnos a tomar decisiones moralmente cuestionables y asumirlas con total responsabilidad, o si un buen estado de ánimo podría evitar que salváramos al mundo asesinando al hipotético niño del ejemplo.

[Scientific American]