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Matmos estrena un álbum que celebra la telepatía: The Marriage of True Minds

Por: Javier Barros Del Villar - 02/10/2013

Música para inspirar experimentos telepáticos y coquetear con juegos mentales; The Marriage of True Minds, el nuevo disco de Matmos, es una verdadera delicatessen psiconáutica.

Justo a mediados de 1995 se estaba inaugurando en San Francisco uno proyecto musical que terminaría distinguiéndose por su experimental lucidez durante los próximos 18 años. Integrado por MC Schmidt y Drew Daniel, Matmos se ha consagrado como un dúo electrónico especialista en el collage musical (cocktelear sonidos vía sampleo, remixing, y sobreposición de atmósferas). 

Pero más allá de su envidiable técnica y de su insolente elegancia, esta pareja californiana trabaja invariablemente partiendo de una sofisticada conjuración conceptual. Por ejemplo, en 2001, lanzaron su memorable álbum A Chance to Cut is a Chance to Cure, construido exclusivamente a partir de sampleos obtenidos en salas de operaciones durante procesos quirúrgicos. Sin embargo, con el reciente lanzamiento de The Marriage of True Minds, su primera producción desde 2008, el conjuro matmosiano florece al máximo al penetrar las praderas de la percepción extrasensorial. 

Inspirado en el Experimento Ganzfeld, un popular test utilizado desde la década de los treintas para detectar la presencia de facultades psíquicas, particularmente de telepatía,este álbum es en si un exquisito documento de poiesis científica –recordemos que en su más alta manifestación, la ciencia y el arte aluden a un mismo ejercicio–. Este procedimiento, cuyo eje es una cámara de aislamiento sensorial, parte de la premisa que al privar a una persona se su entorno ordinario de percepción a través de los sentidos, sus patrones mentales pueden liberarse de la inercia que regularmente les domina para acceder a una especie de reino deconstruido en el que estéticas alucinaciones y habilidades psíquicas toman la rienda.

En el caso particular de The Marriage of True Minds "se creó un campo Ganzfeld en la casa de Baltimore de la pareja formada por Drew Daniel  y Martin Schmidt, así como en la Universidad de Oxford. Los sujetos del experimento se colocaron bolas de ping-pong cortadas a la mitad –como suele hacerse en estos experimentos– en una habitación totalmente oscura y silenciosa. Escucharon ruido blanco o ruido rosa en unos audífonos mientras que Drew Daniel les intentaba transmitir mentalmente “el concepto del nuevo álbum de Matmos” desde otra habitación. Mientras esto sucedía se les pedía a los sujetos que fueran diciendo en voz alta todo lo que venía a su mente. Los experimentos fueron grabados y utilizados como una base para la creación musical. Si un sujeto tarareaba algo, eso se convertía en una melodía; palabras aisladas daban pie a la letra; imágenes pasajeras se convertían en arreglos, instrumentos o material para hacer un collage de sonido; si se describía una acción, la banda tenía que actuarla y de los sonidos que surgían en esa dramatización se hacía la música" como señalábamos en una reseña de The Ganzfled, el EP preliminar a este nuevo álbum, que apareció a principios de diciembre del año pasado. 

Más allá del recorrido sonoro, y orgánicamente psiconáutico, que te garantizan los nueve tracks de este álbum, como suele suceder con Matmos –con algunas pocas excepciones–, la obra no se contenta con entretejer una sofisticada propuesta conceptual, sino que a través de ese complejo camino, terminan accediendo a un universo de refinada estética, lo cual confirma, una vez más, que estamos ante un duo innegablemente genial.

"En realidad el punto de este álbum gira alrededor de eso que sucede cuando permites que las personas se abran para sentir aquello que está en su mente. Es algo así como lo opuesto a la expresión individual. En realidad no se trata de mis sentimientos o los de Martin. Odio decirlo pero este álbum es una especie de red social. Hicimos lo mismo con muchas personas a quienes no conocíamos o con quienes no teníamos una historia. Y ahí es dónde toma este noción de un experimento clínico." advierte Drew Daniel en entrevista para el Boston Globe.  

En fin, ya sea que disfrutes de la música establecida sobre finas estructuras electrónicas y/o que te sientas atraído por tener un encuentro con aquello que se gesta "a la vuelta de la esquina" de tu mente, The Marriage of True Minds es una deliciosa invitación a practicar juegos mentales, y a coquetear con esa poética, pero accesible, idea de fundirte, verdaderamente, con un otro yo, estableciendo hebras de comunicación a distancia y promoviendo la noción de que la información, y los conductos que establecemos para intercambiarla, representan el axis de nuestra existencia: pero ¿estás listo para consumar un verdadero matrimonio de tu mente con otra? Yo creo, en parte gracias a estímulos como la música de Matmos, que si.