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En Colchester, Essex, Reino Unido, un joven de 19 años descubrió horrorizado un pedazo de órgano con la apariencia de un cerebro en una de las piezas de pollo que comía en un restaurante de la cadena KFC; la empresa cree que no se trata de un cerebro, sino de un riñón.

La comida rápida dista mucho de tener fama de saludable o benéfica, e incluso a su alrededor se han tejido algunos mitos que señalan la cuestionable procedencia de sus ingredientes o, como en este caso, el súbito y desagradable hallazgo en su interior de elementos totalmente inesperados.

En Colchester, Essex, al sureste de Gran Bretaña, Ibrahim Lango, un joven estudiante de 19 años, acudió a un restaurante de la cadena KFC, conocida por el llamado “pollo Kentucky”, en donde adquirió un paquete Gladiator que comenzó a engullir con singular entusiasmo.

Su sorpresa sería grande, sin embargo, cuando al partir una pieza de pollo descubrió en su interior un cuerpo extraño con toda la apariencia de un pequeño cerebro, una suerte de órgano sinuoso que Ibrahim describió como “un horrible cuerpo extraño arrugado”.

Asqueado y asustado, el joven arrojó inmediatamente el alimento y también sin pensarlo se acercó al personal del restaurante para quejarse, pero nadie le brindó ayuda de ningún tipo. Asimismo, cuando tomó una fotografía del hallazgo y la posteó en Internet, la cadena solo le contestó diciendo que el cerebro probablemente sería, en realidad, un riñón.

“Nunca comeré en KFC otra vez, ni en Colchester ni en ningún otro lugar”, declaró Ibrahim, un tanto traumatizado, a medios locales.

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[Huffington Post]