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El alemán Pantha du Prince, en compañía de The Bell Laboratory, estrenan un sublime álbum, ideal para recordar lo afortunados que fuimos ese día en que la música nació.

Aún no completamos las primeras dos semanas del 2013 y ya empiezan a florecer notables delicadezas sonoras. Y por qué no respaldar la anterior afirmación presentando el nuevo álbum de Hendrik Weber (aka Pantha du Prince), el refinado músico alemán que en esta ocasión se unió con los noruegos de The Bell Laboratory, para crear una exquisita obra: Elements of Light

Además de la virtuosa dupla de proyectos musicales que se asociaron para dar vida a esta audio-odisea, el papel protagónico recae en un carillion, milenario instrumento chino que se compone de aproximadamente cincuenta grandes campanas de bronce y llega a pesar hasta tres toneladas. A lo largo del álbum, la totémica presencia de este instrumento asume el rol, como si se tratara de una especie de axis mundi, de un angelical soporte para el microcosmos sonoro a partir del cual emanan sublimes hebras de minimal techno (las cuales terminarán por desdoblarse en una experiencia paradisiaca–.

Vale la pena recalcar el idílico romance que Pantha du Prince ha entablado con el sonido de las campanas, fascinante intercambio que si bien comenzó en su primera producción, Diamond Daze (2004), lo cierto es que en Black Noise (2010) y sobretodo en Bliss (2007), alcanza tintes epifánicos –por cierto, este último bien podría incluirse entre los mejores discos de la pasada década–. En esta ocasión, reforzado por los chicos de The Bell Laboratory, el alemán vuelve a recurrir a esa metálica, y mística, resonancia que solo las campanas, en un acto de alquimia sonora, pueden canalizar. 

 El primer track de Elements of Light, 'Wave', pareciera que fue contemplado a manera de breve introducción entre el carillion y nosotros (como una cita a ciegas con un ancestral maestro). Ya en 'Particle', la segunda pieza del disco, nos reencontramos con esa elegante rebeldía que ha caracterizado sus anteriores producciones: nos envuelve en una suculenta base de techno minimalista, incluidos destellos de microhouse evanescente y alusiones al minimalismo clásico (aquel representado por 'los grandes', como Steve Reich). Este track, en  asociación con el siguiente, 'Photon', desatan oficialmente un onírico neuro-dancefloor. Continuamos con 'Spectral Split', sus 17 minutos de duración son suficientes para albergar por si misma una narrativa completa –de algún modo es un pantone auditivo que, recordando la estructura holográfica, representa la totalidad del álbum a pesar de ser 'solo' un fragmento del mismo–. Finalmente llegamos a 'Quantum', un cortés fade-out que nos regresa a nuestro entorno original después de haber presenciado coreográficas apariciones de seres lumínicos y, por qué no, incluso coqueteado con un par de auroras boreales.

Difícilmente Elements of Light dejará de ser tomado en cuenta dentro de unos 11 meses, cuando decenas de medios y 'especialistas' estén armando su recuento de la mejor música del 2013.   

Twitter del autor: @paradoxeparadis / Javier Barros del Villar