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¿El despiadado mundo del modelaje podría humanizarse si las mujeres que lo habitan recibieran los mismos derechos que cualquier trabajador?

Como sabemos, el mundo del modelaje se caracteriza por su crueldad para con las mujeres que lo habitan, el trato despiadado que parece filtro único y condición necesaria en un contexto de intensa competencia. Además, si tenemos en cuenta que muchas de las que se enlistan en las filas de las supermodelos lo hacen a edades más o menos tempranas —entre los 13 y los 14 años— esta agresividad hacia las mentes y los cuerpos femeninos se vuelve todavía más preocupante.

En esta profesión las historias de abuso sexual y drogadicción son comunes: lo primero como la aduana que se paga para salir adelante y lo segundo como la vía que se elige para sobrellevar el destino elegido.

Hace unos días Sara Ziff, modelo ella misma y también directora de cine, publicó en la BBC un interesante análisis sobre la vida de las supermodelos, la cual registró en el documental Picture Me (2010) que tardó 5 años en filmar, con la intención de dar voz a las mujeres que la industria usualmente mantiene silenciadas.

Ziff remarca especialmente el hecho de que el mundo del modelaje se ha apoya en lo que duda en denominar la fuerza laboral infantil, obsesionado como está por el patrón corporal adolescente, la “extrema juventud” que se valora como casi ninguna otra característica.

Para la modelo, este es un ideal un tanto perverso que parece privilegiar conceptos como la inexperiencia y la vulnerabilidad: un “síndrome de Peter Pan” en la moda que impone dietas severa a quienes comienzan a mostrar los signos propios del desarrollo corporal.

Ese es el ambiente usual en donde las historias trágicas se multiplican diariamente, tanto como nuevas niñas y jóvenes se unan al medio, quizá no del todo conscientes de que con su decisión contribuyen a reproducir y perpetuar estos mecanismos de humillación que lo mismo ejercen los agentes que los fotógrafos o las propias modelos de mayor edad, con cierta complacencia tácita por parte del resto de la sociedad, que se ha acostumbrado un poco a reducir a objetos a estas mujeres.

[…] corregir estos abusos comienza con ver a las modelos a través de un lente distinto: no como imágenes deshumanizadas, sino como seres humanos que merecen los mismos derechos y protecciones que todos los trabajadores.

[BBC]