*

Expertos coinciden en que actualmente no existen recursos tecnológicos suficientes para contrarrestar los efectos negativos derivados del desastre nuclear ocurrido en marzo del año pasado en los reactores nucleares de Fukushima, Japón.

La radiación es una de las consecuencias más riesgosas de la manipulación de la energía nuclear, peligro que se hace patente sobre todo cuando ocurre una tragedia que, como la del reactor nuclear de Fukushima afectado por el tsunami ocurrido en marzo del año pasado.

Por desgracia su toxicidad es tal, que resulta sumamente difícil contrarrestar los efectos nocivos que genera. En la mencionada región japonesa, científicos ya han anunciado que aún no existe la tecnología capaz de limpiar la zona afectada por el desastre nuclear.

Así, han sido distintos profesionales en el campo —profesores universitarios, directores de organizaciones y otros— quienes en repetidas ocasiones han advertido a las autoridades japonesas sobre la magnitud de la radiación que afecta las inmediaciones de los reactores nucleares.

El Consejo de Ciencia de Japón, por medio de la Compañía de Energía Atómica de la nación nipona, asegura que aconsejó que para evitar estos riesgos los desechos nucleares fueran enterrados más allá de los 300 metros planteados inicialmente por el gobierno —en donde permanecerían por decenas de cientos de años hasta que perdieran su radioactividad. Al mismo tiempo, sin embargo, el propio CCJ acepta que, con el conocimiento y los recursos actuales, ni se sabe en qué formación geológica estos desechos no serían peligrosos ni se cuenta con la tecnología para llevarlos más allá de la profundidad propuesta.

Así, la situación no parece sencilla para Japón, sus habitantes y sus autoridades. Esto a pesar de que el gobierno ha estado analizando la posibilidad de abandonar del todo la energía nuclear.

[Washington's Blog]