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Universidad de Pennsylvania organiza el encuentro "Psychedemia", en el que académicos y científicos de distintas disciplinas examinan la manera en que las sustancias psicodélicas se concibe dentro de la investigación seria y rigurosa, donde parecen pesar más los tabús y los prejuicios que sus posibles beneficios.

Usualmente se piensa que la ciencia, que pregona la objetividad como uno de sus rasgos más fundamentales, no tiene tabús ni temas prohibidos. Sin embargo, como ya lo demostrara Michel Foucault, su ejercicio está íntimamente relacionado con los mecanismos de poder de la sociedad y la época a la que pertenece, los cuales imponen los caminos por los cuales esta se desarrolla.

En este sentido, las drogas psicodélicas han permanecido como una zona desconocida, inexplorada, para la práctica científica dominante, en donde predominan los prejuicios en torno a su consumo.

“¿Qué es lo que la gente piensa cuando dices las palabra ‘psicodélico’?”, pregunta, retóricamente, Matt Young, un estudiante de doctorado en neurociencia en la Universidad de Pennsylvania y uno de los organizadores de Psychedemia, un encuentro interdisciplinario en que distintos académicos discuten el estado en que se encuentra actualmente la investigación científica sobre las drogas psicodélicas.

J.P. Harpignies, de la organización Bioneers, asegura que las “proclamaciones narcisistas” de la “juventud crédula” sobre la supuesta revelación personal que los psicodélicos traen consigo, ese “código secreto” que lleva a una “rídicula visión de mundo”, son impresiones falsas ante las cuales los científicos solo reaccionan con recelo y, en consecuencia, frenan un acercamiento mucho más serio al tema.

Así, existe un consenso más o menos generalizado de que solo removiendo dicho halo esotérico que rodea a las sustancias psicodélicas, estas podrías ser mejor presentadas a científicos de credibilidad reconocida.

Psychedemia se propone revertir parte de ese malentendido y conseguir financiamiento para el Centro de Neurociencia de la universidad mencionada, además de otras escuelas y departamentos que poseen proyectos para estudiar el efecto de los psicodélicos en enfermedades como la depresión, la ansiedad existencia en pacientes que se encuentran en las últimas etapas del cáncer, además de la manera en que estas sustancias contribuyen a entender el funcionamiento de la mente humana y cualidades como la creatividad y la innovación.

Sobre esto último cabe destacar la coincidencia de que varias figuras que actualmente se reconocen por sus aportaciones al mundo de la ciencia y tecnología, en cierto momento de su vida tuvieron un acercamiento directo con los psicodélicos, particularmente con el LSD —destacando los ejemplos de Francis Crick, uno de los dos descubridores de la estructura helicoidal del ADN, Steve Jobs, Bill Gates, el neurocientífico John C. Lilly, el eminente físico Richard Feynman y alguno más. Con semejante nómina valdría la pena explorar si de verdad el ácido lisérgico tiene un efecto en el desarrollo creativo de una persona.

Se trata, en suma, de un esfuerzo por reconocer que la naturaleza no es en sí mala ni buena, que estos son solo conceptos culturales que, por desgracia, pueden llegar a frenar descubrimientos que supondrían un beneficio para un amplio sector de la población.

[DP]