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El diseñador Samuel Arbesman realiza un mapa de la Vía Láctea imitando el de un tren subterráneo; su intención: hacer próximo lo lejano, revelarnos que nuestra residencia cósmica de algún modo también se encuentra a un paso de distancia.

De cierto modo es posible hacer mapas sobre cualquier cosa. La convención nos dicta que estos deben corresponderse con un territorio, pero, metáforas como son, representaciones en un sentido figurado de algo que solo imaginamos (¿porque quién es capaz de contemplar en una sola ojeada el territorio que mapea?), las posibilidades de la cartografía parecen infinitas, dependientes únicamente de la imaginación, el ingenio y la habilidad ejecutora del cartógrafo.

¿Por qué no pensar, por ejemplo, que la Vía Láctea se puede adaptar a un mapa del tren que corre por debajo de las grandes ciudades?

Con esta idea en mente, el diseñador Samuel Arbesman presenta una hoja de ruta en la que las estaciones son las principales estrellas de nuestro hogar cósmico, “un intento por aproximar nuestra galaxia con un poco más de familiaridad de la que usualmente pone la gente al pensar en las posibilidades a largo plazo del espacio exterior”, según explica él mismo.

Y es que los mapas también tienen esa propiedad: vuelven asequible lo lejano, nos muestran que, en cierta forma, todo se encuentra próximo: solo es cuestión de dar el primer paso.

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En este enlace, el mayor mapa del universo jamás creado.

[Arbesman]