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Quizá al tomar el carboncillo, el pintor William Utermohlen ya no sabía qué tenía entre sus manos: el alzheimer ya había minado en él por completo. Esta serie de autorretratos forman parte de una pequeña pero reveladora serie que el pintor Utermohlen realizó entre 1995 y 2000. Los resultados reflejan cómo poco a poco el artista va desconociendo su propio rostro hasta, finalmente, percibirlo como una silueta que apenas tiene forma de lo que pretende ser.