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Prado en forma de corazón plantado hace 17 años florece como tributo a un amor perdido

Por: Luis Alberto Hara - 07/15/2012

Hombre en Inglaterra plantó retoños de roble delineando con ellos la forma de un corazón, esto en homenaje a su esposa muerta; 17 años después, el prado se desarrolla, dando lugar a una metáfora viva sobre el amor, el tiempo y la condición humana.

Se dice que uno de los comportamientos que terminaron por distinguir definitivamente al ser humano del resto de los animales, fue la preocupación que ponemos en nuestros muertos, las emociones involucradas en la decisión de no abandonar el cadáver aun a sabiendas de que no es más que materia inerte. Las tumbas, las incineraciones y todos los rituales en torno al fallecimiento de un ser querido, son casi siempre una de las últimas muestras de amor que tributamos a esa persona.

En el condado de South Gloucestershire, Inglaterra, un hombre de 70 años de edad, Winston Howes, pasó una semana dando forma a un prado para que desde el cielo se pudiera advertir el contorno de un corazón, utilizando para esto retoños de roble que plantó siguiendo este patrón.

Pero todo esto sucedió hace casi dos décadas, cuando su esposa Janet murió en 1995, a los 50 años, después de 33 viviendo juntos. En aquel momento es posible que Howes haya encontrado una especie de consuelo en tan paciente y amorosa labor de cultivo a gran escala, reflejo sin duda tanto del amor como de la pena que sentía por su pérdida.

Ahora, pasados 17 años, el prado ha madurado, los árboles crecieron y el corazón se ha convertido para su jardinero en una especie de santuario donde le es posible recrearse en el recuerdo de su mujer. El lugar solo es accesible mediante una escalera cerca de la punta del corazón (esta, por cierto, la punta, está orientada hacia la ciudad natal de Janet, Wotton Hill) y en medio el hombre plantó una buena cantidad de dientes de león, una de las flores favoritas de ambos.

Se trata, en suma, tanto de una historia de amor notable, como de una metáfora vuelta realidad a propósito de algunos de los motivos poéticos más recurrente sobre la condición humana y nuestros tratos con el amor: la persistencia de las emociones, la ausencia, la pérdida, el inclemente paso del tiempo que al final todo lo deslava, etc.

[Telegraph]