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Contrario al prejuicio general, estudio revela que los ancianos huelen mucho mejor que varios grupos de edad, entre ellos los jóvenes y los adultos; por otro lado, los hombres huelen peor que las mujeres (al menos hasta que todos envejecemos).

Existe contra las personas ancianas el prejuicio del mal olor. Sea por descuido en su higiene personal o por procesos fisiológicos propios de su avanzada edad, continuamente se achacan aromas desagradables entre los viejos.

Sin embargo esta podría ser una falsa impresión, al menos si se atiende el estudio realizado por Johan Lundstrom, un neuropsicólogo del Centro Monell de Sensaciones Químicas de Philadelphia, quien además tuvo una inspiración casi proustiana al ofrecer una plática en una casa de retiro de esta ciudad estadounidense y descubrir que el olor ahí aspirado era idéntico al que percibió cuando, siendo un niño en Suecia, su madre lo llevaba a la casa de retiro donde trabajaba. Lundstrom asegura que de en cierta forma se sentía atrapado a ese déjà vu odorífero, por lo cual decidió efectuar este estudio.

Lundstrom llevó a su laboratorio a 41 voluntarios de entre 20 y 95 años, pidiéndoles que pasaran 5 noches durmiendo con playeras que en las axilas tenían almohadillas de algodón. Durante el día las camisetas se guardaban en congeladores para prevenir la formación de bacterias, lo cual alteraría el resultado del experimento. Asimismo, antes de dormir cada participante debía bañarse con jabón y champú libre de olor, además de que la ropa de cama igualmente se lavaba con detergente igualmente neutro en aroma. Por último se les pidió que evitaran los alimentos condimentados, lo cual afecta la secreción de las glándulas sudoríparas.

Pasadas las cinco noches, el equipo de investigación cortó los algodones de las axilas y las metió en frascos especiales, mezclándolas además con varias muestras de personas de edades similares.

La siguiente fase del estudio fue reclutar otro grupo de 41 personas, quienes olieron los frascos y los calificaron según se respirara un aroma agradable o desagradable.

Sorprendentemente, el grupo de edad de entre 75 y 95 años fue en términos generales el mejor evaluado, sus olores menos intensos y mucho más placenteros que los jóvenes y los adultos. El olor más penetrante y desagradable provino de los hombres entre 45 y 55 años.

El mejor de todos los olores fue el de las mujeres de este mismo rango. En promedio, los hombres huelen peor que las mujeres pero, según los investigadores, esta diferencia desaparece con el envejecimiento.

Así que ya lo sabes: antes de señalar el mal olor de alguien, quizá valga la pena oler tus propias axilas.

[LA Times]