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El artista Ashkan Honarvar cambió la sangre y los tejidos de las cicatrices en veteranos de guerra por helado y caramelos, confundiendo al espectador e invitándolo a reflexionar sobre las secuelas que la guerra deja en el cuerpo de los soldados.

Según se vea, las cicatrices pueden tener un matiz traumático o uno didáctico, remitirnos a un suceso crítico de nuestra vida que no podemos superar o, por el contrario, que nos enseñaron algo a nivel personal. En cualquier caso, casi siempre se trata de un instante que se vuelve inolvidable por la marca corporal que dejó en nosotros.

Sin embargo, dando un giro lúdico, resignificante y divertido a este aspecto de las cicatrices, el artista Ashkan Honarvar (residente en Utrecht, en los Páises Bajos), elaboró unos singulares montajes que simulan impresionantes heridas, solo que transformando diametralmente la sangre, la piel y los tejidos corporales que habitualmente asociaríamos a estas, sustituyéndolos con helado, caramelo y golosinas varias.

 

 

El resultado, a primera vista, confunde, lo cual de alguna manera habla bien de la labor de Honarvar, pues se muestra capaz no solo de transformar el sentido mismo de una cicatriz, sino de desconcertar nuestra percepción, las ideas y conceptos con que nos acercamos a ellas.

 

 

Y por si las imágenes mismas no bastaran para desorientarnos, estas se vuelven un poco más perturbadoras cuando sabemos que Honarvar tomó como base fotografías de soldados reales en quienes el campo de batalla dejó semejantes marcas: al horror de la guerra el artista superpuso la dulzura de las golosinas, una síntesis violenta de opuestos que suscita la reflexión inmediata.

[Street Anatomy]