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Demostrando que los fundamentos de la computación son, en esencia, elementales y asequibles, investigadores japoneses manipulan el comportamiento de un grupo de cangrejos soldado para simular los algoritmos con que funciona una computadora.

Por los dispositivos con los cuales tenemos contacto a diario y también por la evolución intempestiva y en algunos casos radical que estos experimentan en muy poco tiempo, la computación se ha convertido en un símbolo de la complejidad tecnológica en ocasiones incomprensible y también posiblemente mágica si se le considera desde su funcionamiento.

Lo sorprendente, sin embargo, es que en sus principios más elementales la computación conserva una simpleza lógica que hace poco permitió a investigadores de la Universidad de Kobe, en Japón, replicar los algoritmos lógicos de una computadora utilizando nada menos que organismos vivos, específicamente “cangrejos soldado” (Mictyris longicarpus) característicos de esa zona del Pacífico.

En condiciones naturales, dichos crustáceos viven en entornos lacustres y se mueven en grupos muy numerosos siguiendo una organización claramente definida: aunque no existe una rigurosa jerarquía, los cangrejos situados en las orillas del tropel van guiando a los que se encuentran en el interior, los cuales solo se preocupan por seguir a sus vecinos. Pero esta estructura tampoco es fija y, por el contrario, las posiciones rotan constantemente: los cangrejos del exterior se encaminan hacia el centro y viceversa, al parecer sin ningún tipo de conflicto hacia el liderazgo de los que guiaban al grupo. Por último, parece ser que la dirección y la velocidad que toman los cangrejos en esta ruta colectiva se deciden en función de los estímulos recibidos del entorno (por ejemplo, percibir en las cercanías un depredador).

Observando  este singular patrón, Yukio-Pegio Gunji y dos colegas más encontraron un elemento básico que guarda una enorme similitud con uno de los fundamentos de las computadoras. Se trata del momento en que los cangrejos en proceso de cambiar de posición se encuentran. A partir de esto los científicos construyeron un sistema de canales en un entorno específico que ecamina a los crustáceos de la misma manera que los electrones fluyen en una computadora.

Simulando la sombra de un ave que caza a estos animales, el equipo de Gunji pudo generar lo que se conoce como una “puerta lógica O”, que no es otra cosa más que un mecanismo para resolver una disyuntiva, en este caso, reducir dos rutas de dos grupos distintos a una sola.

Una puerta lógica del tipo Y, que involucra tres destinos diferentes, fue más difícil de conseguir, pero los investigadores piensan que es totalmente posible.

En suma, un experimento en el que la invención humana y la naturaleza entablan una sugerente relación que permite un mejor entendimiento de ambas.

[PopSci]