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¿Quién tendrá el derecho a eliminar tu identidad digital cuando mueras?

Por: Luis Alberto Hara - 04/04/2012

Por lo menos tres estados de la Unión Americana ya poseen legislaciones precisas sobre el destino de la vida digital cuando su usuario fallece; por un tiempo, los deudos del difunto tienen derecho a administrar, por ejemplo, la cuenta de Facebook de su ser perdido.

Actualmente es innegable que la vida de millones de personas en todo el mundo se ha escindido en por lo menos dos grandes momentos: aquella que todavía, por comodidad, llamamos vida real, la cotidiana, la usual, más o menos la misma que se ha vivido desde siempre y en todas las épocas y, por otro lado, algo que podríamos llamar una vida digital, sostenida a fuerza de tweets, actualizaciones de Facebook, fotografías compartidas en Flickr, posteos en blogs y tumblrs y un sinfín de rastros dejados en nuestro paso por Internet. «Habitar significa dejar huellas», escribió Walter Benjamin en alguno de los borradores de su París, capital del siglo XIX.

Pero la vida digital, hecha a imagen y semejanza de la real, igualmente llegará un día a su fin y, una de tantas preguntas que pueden formularse al respecto es qué pasará con todo ese legado depositado entre las redes del alterespacio. ¿Quién tiene derecho a conservar o eliminar esa otra parte de uno mismo que permanece después de la muerte física?

Por lo menos en Estados Unidos se han estado impulsando desde hace un par de años leyes que otorgan a los deudos un control temporal sobre el perfil de Facebook de una persona difunta, sobre todo porque en esta red social es común que cuando se toma conocimiento de la muerte de uno de sus afiliados simplemente cambia la contraseña del usuario y cierra su página.

Los estados de Nebraska, Oregon y Oklahoma ya cuentan con legislaciones al respecto, hechas en consideración a personas que de alguna manera no quieren perder esos recuerdos de sus seres queridos (algunos hasta entonces desconocidos), de la misma manera que se guardan celosa o cariñosamente sus pertenencias más personales.

El asunto, por supuesto, es mucho más amplio, y forma parte de una conciencia concientizadora sobre la última voluntad, el deseo o la intención que una persona tiene hacia lo que tanto tiempo le toma formar en esa especie de vida alterna que inicia cuando se conecta a Internet.

[NPR]