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Uno de los efectos ópticos más conocidos desde tiempos remoros, la “camera obscura”, sirve de inspiración al artista Chris Fraser para jugar con la luz y renovar de paso este viejo recurso.

Ya desde las primeras investigaciones en óptica realizadas por personajes como Aristóteles y Euclides en Occidente o el filósofo chino Mo-Ti en Oriente, se descubrió la existencia de la “camera obscura”, el fenómeno ocurrido al interior de un dispositivo totalmente oscuro en su interior con un orificio por uno de sus lados, con lo cual una escena se proyecta invertida pero con los mismos colores y perspectiva.

Este efecto, uno de los más conocidos y usados en las técnicas más rudimentarias de la pintura y la fotografía, ha sido ahora revisitado por el artista Chris Fraser, quien realizó instalaciones lumínicas de gran escala partiendo de estos mismos fundamentos.

“Vi mi casa como una cámara viviente. Quería ver imágenes del sol atravesando el piso de la sala a lo largo del día y darme cuenta de cómo su camino cambia con las estaciones. Fracasé varias veces al fotografiar esto. Simplemente no había una buena manera de fijar la imagen. La belleza está en el movimiento”.

Fraser encontró en la camera obscura el recurso idóneo para retratar el misterioso deambular de la luz en el mundo, proceso que él mismo describe como “una experiencia cristalina del entorno ambiental”.

Finalmente, la intención del artista no se consuma en la exhibición de su obra o en la complacencia por las tomas logradas, sino que invita a que el espectador, luego de reconocer los milagros que la luz es capaz de operar, vea con una mirada totalmente distinta los espacios que lo rodean.

[Co.Design]