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Científicos se preguntan por qué la sinestesia ha sobrevivido en la especie humana por tantos siglos si, en apariencia, no significa ninguna ventaja evolutiva. ¿O sí?

La sinestesia es un conocido padecimiento neuronal que, en términos generales, se refiere a la mezcla de dos percepciones sensoriales. Así, por ejemplo, los sinestésicos dicen “escuchar los colores” o “ver la música” sin que para ellos sea esto un contrasentido. Por el contrario, son sensaciones totalmente auténticas y comprobables que incluso han dado lugar a figuras literarias y artísticas en general que intentan expresar esta coherente confusión.

Sin embargo, desde una perspectiva científica es difícil decir por qué un trastorno como este se ha mantenido a pesar de que, evidentemente, no supone ventajas evolutivas sobre otros individuos de nuestra especie. O tal vez sí, según sugieren los investigadores de la Universidad de San Diego David Brang y V. S. Ramachandran, quienes en un estudio recientemente publicado plantean la posibilidad de que la sinestesia sea una especie de don o de distintivo con el que una pequeña parte de la población consigue un trato especial y casi privilegiado en la sociedad.

Teniendo en cuenta que la sinestesia se presentan con mayor frecuencia entre artistas (hasta 7 veces más probable, según Brang y Ramachandran), los autores proponen que dicha anormalidad resultante de un exceso de conexiones entre ciertas neuronas está relacionada con un incremento en la creatividad de las personas y una habilidad casi inigualable para construir metáforas. Si a esto se agrega que, de nuevo a decir de Brang y Ramachandran, es más o menos usual que a los artistas se les tenga en buena consideración en las sociedades donde se desarrollan, quizá podría quedar explicada parcialmente la preservación de la sinestesia en un marco evolutivo.

La hipótesis de los investigadores es atractiva y sin duda merece una lectura detallada. Es curioso, además, que haya ejemplos para ejemplificar o rebatir esa última parte de la propuesta. Nabokov, por ejemplo, el autor de la célebre Lolita, padeció sinestesia y la verdad es que como escritor no tuvo mala fortuna. Sin embargo, de dos poetas que también padecieron dicho trastorno, Rimbaud y Baudelaire, no podría decirse lo mismo, por el contrario, sus sociedades terminaron por empujarlos a las márgenes de la existencia.

Correspondances

La Nature est un temple où de vivants piliers
Laissent parfois sortir de confuses paroles;
L'homme y passe à travers des forêts de symboles
Qui l'observent avec des regards familiers.

Comme de longs échos qui de loin se confondent
Dans une ténébreuse et profonde unité,
Vaste comme la nuit et comme la clarté,
Les parfums, les couleurs et les sons se répondent.

II est des parfums frais comme des chairs d'enfants,
Doux comme les hautbois, verts comme les prairies,
— Et d'autres, corrompus, riches et triomphants,

Ayant l'expansion des choses infinies,
Comme l'ambre, le musc, le benjoin et l'encens,
Qui chantent les transports de l'esprit et des sens.

Charles Baudelaire, Les Fleurs du mal

Correspondencias

La Natura es un templo donde vividos pilares
Dejan, a veces, brotar confusas palabras;
El hombre pasa a través de bosques de símbolos
que lo observan con miradas familiares.

Como prolongados ecos que de lejos se confunden
En una tenebrosa y profunda unidad,
Vasta como la noche y como la claridad,
Los perfumes, los colores y los sonidos se responden.

Hay perfumes frescos como carnes de niños,
Suaves cual los oboes, verdes como las praderas,
Y otros, corrompidos, ricos y triunfantes,

Que tienen la expansión de cosas infinitas,
Como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso,
Que cantan los transportes del espíritu y de los sentidos.

[Charles Baudelaire, en traducción de Eduardo Marquina]

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