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Comiendo Sol: documental explora la posibilidad de que el hombre se alimente de energía solar

Por: Jimena O. - 09/21/2011

El documental "Eat the Sun" investiga en carne propia los beneficios (o mitos) del "sungazing", la incipiente disciplina de mirar al Sol directamente para recibir sus nutrientes.

El Sol es el sustento de toda la vida en la Tierra. En la base de la pirámide alimenticia están las plantas, seres autótrofos capaces de convertir la energía fotónica de nuestra estrella en complejos compuestos orgánicos que son distribuidos por la cadena alimenticia y sin los cuales ningún animal podría existir.

Si bien algunos estudios demuestran que un dosis moderada de Sol —sin protección— es importante para una buena salud, de ahí a que un ser humano pueda alimentarse de la energía solar y reemplazarla por nutrientes, existe una gran distancia (al menos en lo que respecta a los conocimientos de la ciencia moderna). Sin embargo, algunos gurús y entusiastas aficionados sostienen que la energía del Sol es una fuente alimenticia poco explorada que puede rendir numerosos beneficios a la salud, hasta al punto de que algunos dicen haber dejado de tomar alimentos para entregarse a una dieta estricta de fotones. Esta incipiente y controvertida disciplina, conocida como sungazing o yoga solar, y que consiste en mirar directamente al Sol  por largos periodos de tiempo, es el tema de un reciente documental, Eat the Sun, el cual investiga la capacidad que tiene la luz del Sol de nutrir al ser humano.

Eat the Sun es un interesante documental que se enfoca en la vida de un joven que emprende una búsqueda al interior del mundo del sungazing, acompañandándolo en su práctica diaria de observar el Sol y registrar los cambios que esto le genera en su organismo. Al mismo tiempo presenta los afamados casos del explorador y semidiós de su propia religión, Gene Savoy, quien practicara el sungazing siguiendo supuestamente los pasos de la casta sacerdotal de los antiguos incas y de la mítica ciudad de El Dorado. Savoy, quien murió hace un lustro, consideraba que el mirar al sol directamente era uno de los secretos que guardaban los reyes y sacerdotes prehispánicos para vivir más e incrementar su poder mental. 

Actualmente el sungazer más famoso es el yogui e ingeniero retirado Hira Ratan Manek, un hombre nacido en la India que dice haber pasado temporadas de más de un año sin probar bocado, solamente acudiendo al ilimitado bufet del Sol.  En el sitio web de Manek se citan supuestos estudios científicos en los que documentan sus proezas, incluyendo la presunta tendencia de que su glándula pineal se ha incrementado en tamaño, algo que contraviene el transcurso común de decrecimiento con la edad que padece esta glándula, tradicionalmente conocida como "el asiento del tercer ojo". Los beneficios de alimentarse solo de Sol, según Manek, son vastos y como se puede suponer, proveen un estado de expansión de la conciencia y una especie de gracia espiritual perenne en la ligereza del cuerpo solo habitado por agua y sol.

Las aseveraciones de Manek, sin embargo, quedan en entredicho luego de que el gurú de la hostia solar ha sido sorprendido comiendo alimentos sólidos en diversas ocasiones. Según otro practicante de esta disciplina, Manek aceptó haber tenido un desliz públicamente, pero no sin poner seriamente en duda su credibilidad. Por si esto fuera poco el gurú solar cita un extravagante estudio realizado por científicos de la NASA, lo cual a todas luces parece fraudulento.

La revista Wired hizo hace un par de años una  nota sobre un hombre ucraniano que también dice vivir solo de Sol (algo que varios yoguis sostienen en la India). Este hombre ha sido apodado "el hombre anaranjado" por las  llamativas quemaduras en su cara, haciendo esta disciplina poco atractiva para los que quieran seguir su ejemplo.

Pese a que seguramente existe mucha información falsa en torno al sungazing, numerosas personas alrededor del mundo aseguran que se han recibido beneficios de esta práctica (sin descartar que estos probablemente sean exagerados). Curiosamente uno de los más citados es la mejora en la vista, lo cual nos lleva a desmentir la idea que se tiene de que ver al Sol directamente es algo que daña los ojos, prejuicio que según el profesor de la Universidad de San Diego State, Andrew Young, es un poco una leyenda urbana que nació del mito de que Galileo se había quedado ciego por ver al Sol. Young señala que sí existe peligro de dañar los ojos si se ve un eclipse de manera directa o si se observa el Sol prolongadamente cerca del cenit, especialmente si se tienen las pupilas dilatadas por alguna enfermedad o por la ingesta de alguna droga, pero ver al Sol directamente de otra forma no representa ningún tipo de amenaza.

La mayoría de las personas que práctica el sungazing lo hace cerca del amanecer y del atardecer  por unos pocos segundos y minutos y va aumentando el tiempo poco a poco. 

Los supuestos beneficios que esta práctica genera podrían estar ciertamente relacionados al efecto placebo, el cual en ocasiones es superior a fármacos psicoactivos. También el hecho de que ver al Sol involucra una disciplina muy similar a una meditación, los beneficios a la salud que se reportan podrían tener que ver con los estados mentales que la meditación propicia,cuyos numeroso beneficios médicos pueden consultarse aquí.

Se sabe que el contacto con el Sol hace que se produzca vitamina D, una vitamina de la que, debido al estilo de vida moderno, muchas personas tienen deficiencia. Así que algunos de los beneficios del sungazing podrían estar relacionados a esta vitamina, sin embargo, esto no responde en ninguna medida a las suposiciones de que la energía del Sol puede nutrir al ser humano como lo hace un alimento. ¿Acaso la luz del Sol tiene propiedades desconocidas? ¿Son los sungazers parte de una nueva tribu más evolucionada o son simplemente freaks fanáticos de una farsa?

De cualquier forma, y sin recomendar la práctica extrema del sungazing, no hay duda que sentir el calor del Sol, meditar un poco a propósito de su energía y quizás agradecer su sustento, es algo altamente saludable, parte quizás del más entrañable y placentero misterio del ser humano en un planeta a 8 minutos luz del Sol.