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La nobleza y la alta alcurnia humana que hacen gala de su pureza racial deberían de incluir la sangre neandertal como parte de su ilustre pasado.

Es un lugar común referirse a una persona a la cual se estima poco intelectualmente como un "neandertal", pero esta supuesta rusticidad mental está basada en un juicio erróneo, acaso por racista y purista. El homo-sapiens y el neandertal emprendieron el codestino de la cópula después de que esta raza dejara África hace unos 400 mil años y mezclaron sus genes.

Un estudio realizado por Damian Labuda de la Universidad de Montreal determinó que algunas partes del cromosoma  X del ser humano provienen de los neandertales, pero solo en las personas que no tiene herencia africana —paradójicamente son los humanos de raza negra sub-sahariana los que tienen "pureza racial", los demás tenemos algo de este homínido primitivo que podría caricaturizarse como un mono.

El equipo de Labuda cree que los humanos y los neandertales se aparearon en algún lugar del Medio Oriente (la cuna de la civilización según el monoteísmo), al tiempo que los humanos modernos, que evolucionaron en África, migraban del continente maternal.

Hace alrededor de 30 mil años, los neandertales se extinguieron, pero no sin antes pasarnos sus genes. Según los expertos, el neandertal tenía el  gen del lenguaje, la música y la artesanía (e incluso el fashion).

La unión entre el homo sapiens y el neandertal benefició a nuestra especie, permitiéndonos sobrevivir duras condiciones climáticas a las cuales el neandertal, en su migración previa, ya se había adaptado (vencer el frío a través de la fusión biológica).

"La variabilidad es importante para la sobrevivencia a largo plazo de una especie", dijo Labuda. "Cada adición al genoma puede ser enriquecedora".

Históricamente la humanidad ha privilegiado la pureza racial bajo el dogma religioso de los linajes divinos y las razas elegidas. Los reyes y las sociedades secretas hoy en día todavía conservan esta visión. La biología evolucionista parece contradecir esto apuntando a que una combinación que favorezca la diversidad enriquece nuestra genética y aumenta nuestra capacidad de seguir evolucionando. Tal vez el filósofo mexicano José Vasconcelos no estaba tan perdido cuando, no sin el éxtasis que da el delirio, veía en el mestizaje el heraldo de una nueva raza cósmica: el arco iris humano. Aunque alguien precisaría que la mezcla puede ser buena, pero solo si sabe agitar.

[Discovery]