A pesar de que su adicción no es especialmente glamourosa, y en cambio si calificaría entre las más dañinas, lo cierto es que Chen Dejun puede jactarse, a sus 72 años, de que su habitual práctica de beber gasolina al menos le permitió llegar a ser abuelo. Dejun consume en promedio tres litros de gasolina cada mes, dosis suficiente para que pueda saciar su ineludible necesidad de combustible líquido y lleva ya más de cuatro décadas consumando diariamente su nocivo ritual.
La adicción a la gasolina le ha costado a Dejun su relación familiar. Luego de que su esposa y tres hijos intentaran convencerlo de dejar el combustible, finalmente el núcleo familiar se venció y ahora él vive, desde hace ocho años, solo en una casa dentro del poblado rural de Shuijiang, al sureste de China. Dejun comenzó a ingerir gasolina en 1969, pues le ayudaba a mitigar los dolores provocados por una enfermedad respiratoria que contrajo por aquellos días. Al principio ingería queroseno, que le aliviaba bastante, pero una vez que su cuerpo se acostumbró a esta sustancia, Dejun necesitó de algo más fuerte y fue entonces cuando entablo su ahora íntima relación con la gasolina.
Sorprendentemente, y a pesar de la alta toxicidad de este combustible, la salud de Dejun es relativamente estable. Actualmente el anciano sufre de enfisema pulmonar pero los médicos que le atienden en el hospital Honglou, en Chongqing, afirman que su estado de salud general es bueno y no descartan la posibilidad de que su organismo se haya vuelto, hasta cierto punto, inmune a los efectos tóxicos de la gasolina.