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Cine consciente en y del Apocalipsis

Por: Psicanzuelo - 07/29/2011

Doug Liman —y algunos otros directores de Hollywood— está revelando elementos de una conciencia en transformación siguiendo todas las convenciones y sin romper una sola regla: consciente o inconscientemente usando las mismas armas que usa el castillo hollywoodense para bombardear al mundo para bombardearló a él.

Doug Liman (Nueva York, 1965) tomó por sorpresa a la industria Hollywoodense con su fresca y graciosa Swingers (1996), una finta independiente en la cancha de Sundance, golazo de autenticidad ante la complacencia de una perversa industria de fórmulas sobre-exprimidas y desgastadas, muy oxidadas. La ontológica comedia,  fábula post adolescente,  es cine dentro del cine que se sucede en Hollywood, mostrando o intentando mostrar un Hollywood real que no existe. Las escenas suceden físicamente en el lugar con código postal de California,  pero metafísicamente indaga de manera paralela sobre su inexistencia, siendo solo un concepto y una forma de vivir de algunos cuantos seres que formulan comportamientos alrededor del mundo. Con un costo de 200,000 dólares, la cinta logró rápidamente millones en taquilla, sin hablar de rentas en video, lanzó al estrellato a parte del joven elenco tipo Vince Vaughn. La cinta abrió definitivamente los ojos de los moguls de los estudios, no solo para que los festivales se volvieran cacerías de talento / mano de obra buena y barata,  para refrescar sus filas, importando gente como Soderbergh o Rodríguez, sino para entender el gran negocio que el seudo cine independiente impulsado por pequeños estudios conectados con los grandes podía ser.

La trayectoria de Liman es muy emblemática para estudiar un fenómeno que pienso cada vez será más común. Un artista genial es reprimido por un sistema que lo doblega a convertirse en un productor de imágenes estereotípicas que son necesarias para la cultura dominante; el genio se revela siguiendo todas las convenciones y sin romper una sola regla, constituyendo de esta manera la subversión perfecta.

Pero a Liman no se le invitó cordialmente a la grande, con Identidad Desconocida (Bourne Identity, 2002), entró por la fuerza y casi rompiendo la puerta; nadie le ofreció el papel de director de una producción de los estudios Universal de sesenta millones de dólares. Desde la preparatoria Liman admiraba la novela de Robert Ludlum y realizó a través de los años varios intentos de adaptación, después de Swingers batalló dos años completos para conseguir los derechos y así poder llevarla al cine. En Hollywood un buen primer paso para tener algo de control en un proyecto, ante el embate de los estudios, es tener los derechos de una obra que haya demostrado que puede hacer dinero en taquilla; otro sería tener algún actor bien cotizado para obtener mayor credibilidad. En este último aspecto Liman no solo encontró en Matt Damon alguien que pudiera comunicar en la pantalla un Jason Bourne mucho más autentico que Russell Crowe por ejemplo (se rumora que estuvo contemplado), sino que en Damon encontró un aliado fundamental para sostener la guerra que iba a sucederse entre la película que él quería lograr y los ridículos intereses del estudio, mismos que volvieron la producción un infierno para Liman. Con esta guerra de poder la película se vio gravemente afectada, la producción se retraso varias veces, se complicó día con día, aumentando el presupuesto en ocho millones más. Se discutían arbitrariamente decisiones creativas durante lo más álgido del rodaje que habían sido tomadas desde tempranas alturas en la pre-producción, no se le permitían técnicas al director que le eran fundamentales para lograr resultados en pantalla (por ejemplo, rodar él mismo algunas escenas íntimas con el elenco principal).  De esta manera el espectador fue el que perdió, finalmente no pudimos presenciar una propuesta que venía empujando desde abajo y con mucha razón de ser. El padre de Doug Liman trabajó para la Sociedad Nacional de Seguridad (NSA) bajo el mandato de Ronald Regan. Liman tuvo acceso a sus memorias donde se detallaba mucha información confidencial del proceder gubernamental tras bambalinas en sus agencias llenas de corrupción y mentiras; sobre todo sobre el resonado caso donde EU vendió armas a Irán para financiar su apoyo a los Contras Nicaragüenses. Con este primer enfrentamiento ante la gigantesca máquina Hollywoodense, parte del sistema a cargo del entretenimiento, el joven Liman apenas vislumbró de qué se trataba el juego, su juego, pero ya habría tiempo para replantearse las reglas, sus reglas.

El juego realmente inicia con El Sr. y Sra. Smith (Doug Liman, 2005).  Jane Smith (Angelina Jolie) y John Smith (Brad Pitt) constituyen una pareja que vive el cansancio matrimonial después de algunos años de casados, hasta que descubren que ambos son asesinos a sueldo de distintas organizaciones que ahora les exigen acabar el uno con el otro. Si se toma la película como una propuesta realista de cine divertido, no solo cumple con su objetivo siendo una cinta “muy jalada” de manufactura impecable (en muchas escenas increíble), sino que es entretenimiento superficial que rebasaba los estandares de diversión que el estudió exigía, logrando un gran éxito en taquilla. Pero aquí hay más, mucho más, una propuesta de filme irónico, farsa-espejo de la realidad actual que me imagino hubiera interesado al maestro Kubrick, por ejemplo, de estar aún vivo en esa época. ¿El matrimonio Smith no representa a la sociedad norteamericana? ¿No están todos lo que pagan impuestos y votan patrocinando una guerra, más bien varias que desconocen, alrededor del mundo? ¿No trabajan para ello día con día?

El Sr. y la Sra. Smith va más allá de la influencia más notable que sería esa joya que dirigió Danny DeVito en 1989 también desde adentro de la industria, La Guerra de los Rose. Prueba de ello fue la construcción de la realidad colectiva que se apoderó de la psique banal que todos estamos obligados a compartir: el matrimonio Jolie-Pitt, y todos sus quehaceres dignos de admiración, imitación, comentario y tiempo en pantallas televisivas. Por otro lado la película (mucho más que el amor apache en la obra de DeVito que ya lo apuntaba) nos dice que en esta cultura la única manera de tener cordialidad es através de la violencia, es el único modo de comunicación para la pareja. La violencia ritual de la pareja es necesaria para sublimar las pasiones, ¿qué más nos queda cuándo queremos comprar tanto, tener, y por culpa del otro no sucede? ¿Cómo nos ha enseñado el sistema que se resuelve cualquier problema y qué mayor problema que el embarcarse en la aventura matrimonial con otro ser? Pues con balazos, grandas y bazookazos, ¿no? Mejor matar antes que sucumbir a nuestros deseos, a compartir, a amar,  es que en realidad no sabemos amar. Nadie nos enseñó a amar, nos enseñaron a comprar, a vender, y en esta compra y venta es donde nunca va a caber una relación humana, dentro de un concepto. No tenemos relaciones, tenemos conceptos de relaciones y la realidad es otra, si vemos más de la cuenta nos vamos a enterar quién en realidad es mi pareja y peor aún se enterará de quien soy yo. Lo que sería muy difícil, lo que sería un ideal imposible según La Guerra de los Rose y El Señor y la Señora Smith, es que la pareja sirviera para encontrarme en esta búsqueda por quien genuinamente soy.

¿Por qué se destruyen las parejas? ¿Por amor o por economía?

Aquí entra una cita de un maravilloso libro de Slavoj Zizek El Acoso de las Fantasías, que recomiendo muchísimo: «Nos enfrentamos con una división entre la “profundidad” de la realidad, la mezcla de los cuerpos en la que el otro es el instrumento que exploto sin misericordia, en el cual el amor mismo y la sexualidad se ven reducidos a medios manipulados por objetivos político-militares, y el nivel del amor qua evento puro de la superficie. La manipulación en el nivel de la realidad corporal hace mucho más manifiesto al amor qua evento de la superficie, qua evento reducible a su soporte corporal» [1].

El juego de Doug Liman se acaba de volver astutamente más directo,  menos ostentosamente entretenido, reflexivamente mucho más profundo y multi dimensional.  Juego de Traiciones (Fair Game, Doug Liman, 2010) que en apariencia es una especie de Kramer contra Kramer (Robert Benton, 1979) enredado en La Intérprete (Sydney Pollack, 2005), se compone de un cóctel de subgéneros cinematográficos: melodrama familiar, película de aventuras de espionaje, comedia romántica de espías, thriller político de intriga internacional, etc. Qué dudo se le pudiera haber ocurrido al maestro K. Dick. Pero es el tipo de películas que corresponden a nuestros tiempos, la única manera de ser subversivo masivamente en estos tiempos democráticamente anti-democráticos. Tiempo de blackberries chopeadas en café con leche de starbucks, un café que te va a saber igual en muchísimas ciudades del mundo, un teléfono que te conecta a la misma red que comparten todas esas ciudades. ¿Acaso no se trata de la misma ciudad? ¿Dónde esta el gobierno de esta ciudad donde se toman las decisiones políticas? ¿Hay algún congreso ó parlamento?

En Juego de Traiciones Valerie Plame (Naomi Watts) es un agente secreto de alto rango en la CIA, Joe Wilson (Sean Penn), su esposo, es el único civil que conoce todos sus secretos soliendo trabajar para el Estado. La CIA, apoyándose en conocimientos previos de Joe y a sugerencia de Valerie, lo manda a investigar en un país africano sobre un asunto de compra-venta de material radioactivo para una bomba por parte de Irak. Las investigaciones de Joe arrojan resultados que no le convienen a Washington para empezar la guerra que quieren con Irak, así que no solo se saltan la investigación sino que mienten y denuncian el falso poder atómico de Irak y su supuesto gran peligro para el mundo, suficiente para iniciar una guerra. Joe escribe en el New York Times lo que realmente pasó haciendo de Washington un enemigo contra su familia, la identidad de Valerie queda descubierta y pronto empezarán una serie de calumnias, injurias y vergonzosos ataques que dejarán claro que la opinión del pueblo en nuestros días no existe y solo es una extremidad del sistema.

Lo maravilloso de la cinta es que todo es una prueba para la relación de esta pareja: en segundos son ellos dos contra el mundo, ¿podrán permanecer unidos? Va más allá del conflicto político colectivo, es un conflicto moral individual o, si se quiere, de pareja; una manera para sobrevivir estos tiempos. Valerie y Joe se enfrentan dentro de su casa, en la cocina junto al refrigerador con imanes que sostienen dibujos de sus pequeños hijos, no en una guerra contra otro país usando armas químicas.  Su amor va más allá de la relación funcional al compartir valores que supuestamente deben ser básicos al sistema; son atacados porque desenmascaran el proceso de mentira y manipulación. Pero esto no es lo más importante, de lo que se dan cuenta es de características que tienen cada uno y que no conocían, se enamoran de verdad fuera del rol social que deben de cumplir.

La trama principal de esta película sucedió en realidad, me parece increíble lo oculto que quedó este asunto, pero es insólito que una película hollywoodense a gran escala diga a gritos la mentira que hizo ir entre otras mentiras a EU a la guerra. Aunque el sistema a base de influencia variada que se fundamenta en entretenimiento virtual y simuladores con videojuegos y películas enseña a los niños la diversión y goce que se puede encontrar en un campo de batalla matando gente que no se considera gente por pertenecer a otra cultura de manera trivial, el soldado estando en el frente no tiene de qué lógicamente sostenerse para seguir adelante en la vida real, cualquier razón algo legítima quedó atrás desde la Segunda Guerra Mundial; solo hay que pensar en Vietnam.

Por más obscuridad que haya en el mundo en este momento los mecanismos de control quedan cada vez más expuestos ante la luz. No sé de dónde provenga esta luz, pero es imposible que después de la noche no venga el día. Doug Liman no es el único artista que está realizando estas operaciones de bombardeo usando los mismos aviones del que bombardea y en su propio castillo, hay varios más y otros que vienen.           

 

[1] Zizek, Slavoj. El Acoso de las Fantasías [The Plague of Fantasies], Siglo Veintiuno Editores.

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